“El apellido es algo con lo que creces. No te lo ganas a lo largo de la vida”. Y a Pablo le vinieron dados dos con enorme peso mediático, Urdangarin y Borbón. “Vivo acostumbrado desde pequeño y no me pesa”. Habla sereno y en paz, como el que ya sabe lo que toca, lo acepta y, con el tiempo, ha ido desarrollando los recursos necesarios para que nada relacionado con su familia le afecte. Él es él. Hijo de sus padres, nieto de sus abuelos, pero, por encima de todo, individuo independiente. Su nueva vida tiene mucho de eso, y se le nota feliz con las decisiones que ha tomado.
Pablo Urdangarin: Un progenitor en la cárcel y un escándalo en el matrimonio de sus padres
Tras unos años que han sido especialmente convulsos para Pablo Urdangarin, la vida se le acomoda. Atrás quedó el paso de su padre por prisión cuando él era solo un adolescente, o la ruptura de sus padres. Eso fue más reciente. El fin del matrimonio de Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin, a raíz de la publicación, por parte de la revista Lecturas, de unas fotos del exdeportista enamorado de una compañera del bufete en el que trabajó tras salir de la cárcel, pusieron patas arriba las vidas de sus protagonistas. Él fue el único que salió a dar la cara. No podía evitarlo, Pablo ya había empezado a jugar en el equipo de balonmano del Barcelona, y estaba en la palestra. Aguantó cada pregunta con estoicismo, pues, como él dice, “estoy acostumbrado desde pequeño”. Quizás por esta valentía y paciencia se ganó un lugar como el 'favorito' de la familia del rey. No de su tío, sino de todo aquel que lo contemplaba.
Menuda carrera de fondo. Pablo Urdangarin ha aprendido todo esto en dos años. Quizás menos. La noticia del noviazgo de su padre con Ainhoa Armentia fue publicada por Lecturas en enero de 2021, y, desde entonces, Pablo Urdangarin ha aprendido a cómo hablar a la prensa y cómo poner límites, siempre de una manera respetuosa y amable. Jamás pierde la compostura. Recibió un máster acelerado en aquel invierno de hace dos años. Lo hizo tan bien, y lo incorporó de una manera tan orgánica en su día a día, que ahora tiene tiene muy claro de qué no va a hablar (del divorcio de sus padres o de su prima Leonor) y de qué sí.
La nueva vida de Pablo Urdangarin
En este tiempo, Pablo Urdangarin se ha consagrado como una promesa del balonmano. Su padre le sigue brindando los mismos consejos que le dio en su primer partido, “que se divierta, que se lo pase bien, que aprenda y que ayude al equipo como pueda”; pero la verdad es que no le hacen falta. Él solo se ha labrado un nombre en este deporte y lo ha conseguido no gracias a sus apellidos sino a su sacrificio y esfuerzo.
Combina el trabajo en las canchas como profesional del balonmano, con sus estudios y lo hace porque “saca tiempo como puede”. Se organiza bien. Tan bien, que hasta encaja el amor en su apretada agenda.
Desde hace unos meses, Pablo Urdangarin tiene novia. Ella es Johanna Zott y, como él, también tiene el deporte como una parte esencial en su vida. En este caso, volleyball. Él es uno más en la familia de su chica. Acude con regularidad a la casa familiar y tiene una relación cercana co sus padres y hermanos. Y viceversa. Porque Johanna también tiene una relación cercana con la madre y la hermana de su chico. Han compartido partidos de balonmano y se les ha visto cómodas y cómplices.
Tras pasar por el equipo del Barcelona, esta temporada Pablo Urdangarin juega en el Granollers. Y él está contento con el cambio. “Tenemos un gran equipo, con muy buen ambiente”, comentó antes del partido contra su anterior equipo, algo que le hacía especial ilusión, “siempre es divertido jugar contra los excompañeros”.
¿El futuro? No lo sabe pero tiene ganas de todo. “No me pongo límites y voy a trabajar para ello”, quizás la selección nacional, unas olimpiadas… tiene todo de su mano para el éxito, sin que el apellido le haya lastrado ni lo más mínimo.