“Con Esther se ha llegado a un acuerdo y todos contentos. Se ha portado fenomenal”, contaba Tamara Falcó hace tres años en una entrevista para El Mundo. La hija de Carlos Falcó se pronunciaba, por primera vez, sobre cómo había quedado el reparto de la herencia de su padre, fallecido por covid en 2020. Tamara y el resto de sus hermanos, que nunca se entendieron con la última mujer de su padre, Esther Doña, acabaron rindiéndose ante ella cuando llegó el momento de abrir el testamento.
Cinco años después de aquella muerte que conmocionó a toda la familia, la vida de esta viuda ‘sin herencia’, que llegó a firmar un acuerdo prenupcial en el que juraba que se casaba por amor con el marqués de Griñón, es completamente diferente.
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Tras el fallecimiento de Carlos, su pareja abandonó el palacete en el que habían vivido tantos momentos felices. En El Rincón, Esther y su marido reunieron a sus amigos y celebraron encuentros inolvidables, que ya solo perviven en el recuerdo. Actualmente, la finca es propiedad de Manolo Falcó, el mayor de los hijos del marqués, aunque Tamara conserva un pequeño porcentaje.
¿Cómo fue el reparto de la herencia?
Cuando se abrió el testamento, estaba claro que todas las pertenencias del fallecido iban a ser para sus principales beneficiarios, su viuda y sus cinco hijos. Fue un reparto que se llevó a cabo de la manera más discreta posible, para no despertar comentarios ni cuchicheos. El padre de Tamara era propietario de varias fincas que fueron las que tuvieron que ser repartidas, de manera equitativa, entre sus seres queridos.
Antes de morir, Carlos escogió a un albacea que tasó los inmuebles para que, a la hora de hacer el reparto de la herencia, este fuera igualitario. El marqués confiaba de manera ciega en este buen amigo y sus hijos también quedaron muy satisfechos con su trabajo.
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En 2020, en una entrevista con la revista ¡Hola!, Esther Doña desvelaba que su marido la había dejado “como usufructuaria de todo”, es decir, ella podía usar y disfrutar de todos los bienes de su pareja. Dos años después de estas declaraciones, supimos que tanto ella como los hijos de su pareja habían llegado a un acuerdo final a través del cual se fijaba “cuota vidual usufructuaria” para la malagueña, a cambio de renunciar de estas propiedades que serían repartidas, de manera íntegra, entre los vástagos Falcó. Además, tal y como se especificó, este acuerdo económico también resultó más ventajoso para Esther, puesto los hijos de su marido se comprometían a pagarle un porcentaje del tercio de mejora que le correspondía en concepto de usufructo vitalicio.
Esther no volvería a recorrer los pasillos de El Rincón, ni tampoco a andar por la finca de Malpica del Tajo; pero podría mantener su nivel de vida acomodado, sin tener que sufrir tensiones ni encontronazos con los hijos de Carlos, con quienes la relación nunca fue fluida. “Esther ha sido una testamentaria ejemplar, donde los cinco hermanos lo hemos hecho muy bien y hemos llegado a un acuerdo con ella”, expresó más tarde Xandra en una especie de ‘paces’ contractuales con la viuda.
La nueva vida de Esther, lejos de los Falcó
Tras acordar el reparto, el silencio. Ni los Falcó tenían necesidad de contactar con Doña, ni ella con ellos. Ya no había nada que los uniese y cada uno empezó su nueva vida de espaldas al resto.
Esther Doña se volcó en encontrar un nuevo hogar en el que ser feliz junto a su perrita, y, por el camino en el que sanaba su corazón desolado, recuperó la ilusión en un nuevo amor. Para encontrarlo no se fue lejos. Cuando el juez Pedraz, amigo desde hacía años de Carlos Falcó, empezó a quedar con ella a solas, ella confirmó aquello en lo que su marido tanto le insistía siempre. “Si alguna vez falto, me gustaría que fueras pareja de Santiago”.
Y así se dieron las cosas. En 2021 Esther Doña y el magistrado de la Audiencia Provincial empezaron a salir y no tardaron en mostrarse felices y entregados en público. Sonrientes, de la mano y radiantes, él era una segunda oportunidad que le brindaba la vida. Tan en serio iban que ella hasta le acompañó a la boda de su hijo.
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El gran desengaño amoroso de Esther Doña
Y cuando todo parecía que estaba en el mejor momento de su relación… llegó lo impensable. En 2022, de lo más ilusionados, anunciaron su compromiso con entrevista exclusiva de por medio. "Será el año que viene, ya que este año no nos da tiempo a organizar todo. Nos encantaría que fuera a principios de verano, pero aún es solo un deseo. Lo único que tenemos claro es que la idea es celebrar la boda en Madrid", auguraba.
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Apenas unas semanas después de aquello, llegó la cancelación de la boda. No solo no habría celebración del amor, sino que ya no había amor. Él la había dejado a través de un mensaje de texto.
“Nuestra relación es imposible. Hablamos algún día, cuídate y besos”, con esas 10 palabras se acaba casi dos años de relación. Un shock que Esther Doña tardó meses en superar.
Por su parte, Santiago Pedraz, de lo más enigmático, aseguró que ella había traspasado “líneas rojas que nunca se deben sobrepasarse” y se negó a conceder más entrevistas al respecto.
Un nuevo amor con acento portugués
Después de aquella abrupta ruptura, Esther aprendió la lección: a partir de ahora llevaría sus relaciones de una manera mucho más discreta. Y así ha hecho desde entonces. Actualmente, la malagueña está enamorada, pero sabemos muy poco del hombre que la ilusiona. Junto a Joao, un empresario portugués, padre de dos hijos y junto al que lleva la vida de una auténtica marquesa de revista. Viajes, cenas románticas y lujo. Mucho lujo.
Cinco años después del día más triste de su vida, Esther Doña ha aprendido que el dolor se desvanece, que el recuerdo perdura y que siempre hay que estar dispuesta a darle una nueva oportunidad al amor.