¿Algún día dejará de petrificarnos North, la hija mayor de Kim Kardashian y Kanye West? Probablemente no. Es verla con un abrigo de piel (a todas luces auténtico) y quedarnos con la boca abierta.
No solo por el dineral que les habrá costado la pieza a los padres, sino por las implicaciones éticas que conlleva que una niña tan pequeña aprenda que es normal vestirse con el sufrimiento animal. Ahí me vais a perdonar, pero este tema me enciende demasiado. A los niños hay que enseñarles desde pequeños educación y bondad y eso también pasa por el respeto a los animales. Si el dinero que han invertido en el abrigo lo hubieran dedicado a patrocinar un refugio de animales o una asociación que luche buscando un futuro mejor para los que no pueden protegerse de la agresiva mano del hombre, eso sí que habría sido un buen regalo. Estarían invirtiendo en la niña, invirtiendo en su futuro y en su manera ser, enseñándole lo que de verdad importa y no cubriéndola con prendas que ni le corresponden a una pequeña de menos de 3 años y que fomentan la violencia contra otros seres vivos.
No, no me gustan las pieles. No me gustan porque los métodos que se emplean para que brillen más, salgan completas o cualquier bobería son realmente atroces. Quizás Khloe, tía de la niña y miembro de PETA, podría enseñarle lo que es el respeto por los animales, ya que la ‘socialité’ terminó muy concienciada cuando colaboró con la organización. O puede que solo fuera parte del reality que protagonicen y que yo, ilusa de mí, creí como al que engañan con una broma de ‘Inocente, inocente’. “¡Buhh, qué era broma! ¿De verdad te has tragado que sentía respeto por los animales?”. Pues sí, me lo creí. Qué boba.
Que North comparta su tiempo con niños, animales y juntos descubran el mundo. Que la pequeña crezca apreciando lo importantes que somos todos y lo poco que valen los actos bárbaros que solo sirven para que el hombre demuestre su salvajismo. Así Kim y Kanye estarán haciendo un buen trabajo, disfrazándola de niña de las cavernas, no.