Tamara Falcó: se acabaron sus problemas de salud

La socialité arrastra problemas de tiroides que le hicieron sufrir varios cambios físicos en muy poco tiempo

Desde que Tamara Falcó sacase a la luz sus problemas de tiroides, ha pasado por muchas etapas. Hace solamente dos años que la veíamos aparecer completamente cambiada, con una figura mucho más curvilínea y distinta a la delgada y esbelta Tamara de siempre. Por suerte, parece que la socialité ha conseguido dejar atrás esta dura etapa de su vida y admite sentirse "bien" por fin, según ha dicho esta semana a La Otra Crónica en un evento en el Teatro Real de Madrid.

Fue en primavera de 2016 cuando la estilosa y delgadísima (como el resto) hija de Isabel Preysler aparecía con bastantes más kilos de lo que nos tenía acostumbrados. Luciendo un vestido de terciopelo rosa diseñado por ella misma que mostraba su cambio evidente, en noviembre confesó poco después que su aumento de peso no se debía a una dieta sedentaria, sino a que le habían diagnosticado hipotiroidismo. Dicha enfermedad se caracteriza porque la glándula tiroides, situada sobre la tráquea, no segrega suficiente hormonas tiroideas y eso influye directamente en el metabolismo de la persona.

Por aquel entonces, ya había comenzado para la celebrity un proceso de cambios y aceptación muy duro. Y es que le habían advertido que también podría perder pelo en la cabeza (cosa que no pasó o, al menos, no vimos), y su hipotiroidismo y su aumento de peso trajeron consigo otro problema: un bajón severo en su autoestima. "Cuando me miro al espejo, no me reconozco", dijo en una entrevista a una conocida revista.

Sin embargo, Tamara se puso su sonrisa y positividad por montera, como hace siempre, y sacó del armario su dolencia y su nueva figura. Además, su cambio físico fue objeto de muchísima atención y todo tipo de comentarios, aumentados por tener una familia tan ligada a la estética. "Puede que, por tener el apellido Preysler, te exijan más físicamente, pero a mi eso me da exactamente igual. No voy a hacer las cosas por lo que pienses otros", decía ella entonces.

Dos años, varias visitas a la Clínica Buchinguer junto a su madre y Mario Vargas Llosa, yoga, paseos, dietas detox y ayunos parciales, Tamara tiene controlada su figura y su autoestima. Compaginando su faceta y trabajo como diseñadora con su vida social, Tamara ha vuelto a ser la de siempre, contagiosamente sonriente.