Una de las cosas que más me gusta de las redes es que es muy fácil dar con alguien con el que hayas tenido un rollo años atrás. Es más fácil encontrarlos ahí que en la calle, en eso tiene razón Ayuso. Y me he dado cuenta de que me gusta volver a relacionarme con la mayoría de ellos, es como si volvieras a tener quince años menos pero con la sabiduría emocional que te da la experiencia. He sido muy torpe en el terreno sentimental. Más que torpe, torpón. Trabajaba tanto que mi vida personal se solucionaba a salto de mata, iba y venía sin profundizar demasiado. Colgándome de quien no me hacía caso y pasando de los que me dedicaban un poco de atención. El vértigo al compromiso, un clásico. Ahora encuentro a antiguos amantes y me apetece quedar con ellos, saber cómo les va, si la vida los ha tratado como ellos pensaban. Volver atrás emocionalmente no es retroceder, sino cobijarte en cuerpos que ya fueron hospitalarios contigo. Volver a encender fuegos reconfortantes ya conocidos. Es maravilloso que aparezcan sorpresas inesperadas, pero reiniciar sensaciones y conectar con aquel que fuiste es un espléndido ejercicio de autoconocimiento. ¿Qué queda de aquel? ¿Qué pensaría aquel del que soy hoy? Para empezar, que se enfrentaba a todo con demasiadas revoluciones. No me arrepiento. Hay años que solo se pueden vivir peligrosamente.