Hace un año y cuatro meses que Santi, uno de los trillizos que tuvieron la modelo Mayte García y el exfutbolista Santiago Cañizares, fallecía a los 5 años a causa de un tumor cerebral. Luchadora por naturaleza, Mayte nos cuenta cómo sobrelleva esta tragedia.
¿Cómo conseguiste no arrojar la toalla tras la muerte de tu hijo?
Ni me lo planteé. Fue algo que nació de mí. Mi hijo falleció en mis brazos, pero desde el minuto uno que se fue yo salí de la habitación del hospital sonriendo, flotando. Después de toda la rabia contenida, salió de mí decir: “No vas a ser una madre depresiva, vas a ser un ejemplo”.
¿Fuiste siempre igual de positiva durante el proceso?
No, fíjate que dos horas antes de fallecer Santi era todo lo contrario, lo que sentía era miedo y dudas, pero yo creo que él me guiñó el ojo y me dijo: “Tranquila, yo te voy a dar la fuerza”. Y así fue.
¿Tu marido también lo afrontó con la misma energía constructiva?
Al final, la persona que tienes al lado te arrastra. En eso mi marido, por echarme a mí un cable, ha sido afortunado. Creo que él no hubiera sido capaz de sobrellevar la muerte de nuestro hijo si yo estuviera con una depresión.
¿No te impusiste demasiada responsabilidad?
Mi responsabilidad son mis hijas. Quería que sacaran una lectura positiva de la muerte de su hermano. En el hospital, días antes de que muriese, llamé a una soprano íntima amiga mía y le hice cantar cinco canciones que a él le encantaban. Y cuando murió, no hice un tanatorio. Como durante los últimos meses de enfermedad él solo quería ir vestido de futbolista, lo incineramos vestido de la selección española e hice una oda por él, una fiesta, no hice un entierro al uso.
¿De dónde sacas las fuerzas para seguir al pie del cañón con acciones solidarias?
De ellos, de los niños enfermos. Cuando me voy a una planta de oncología me regalan una sonrisa y, automáticamente, me avergüenzo de quejarme del tráfico o del calor. Todo el mundo debería pasar por una planta de oncología infantil media hora para bajar a la tierra y dejarse de chorradas.