Ana Iglesias se ha convertido en la ganadora de 'MasterCher 8'. Una final de lo más agónica a la par que emocionante tras la confesión más íntima que ha hecho Pepe Rodríguez. El chef abrió las puertas de El Bohío, su restaurante ubicado en Illescas, para que los aspirantes disputaran la última prueba del concurso y, sin esperarlo, se ha emocionado al volver, de nuevo, a su negocio del que está enormemente orgulloso: "Bienvenidos al mejor pueblo del mundo. Debo confesar que hoy tengo sentimientos encontrados. Cuando Samantha, Jordi y yo preparamos esta temporada lo tuve claro, teníamos que hacer la gran final aquí, en El Bohío", ha comenzado explicando a los futuros cocineros.
Además, se ha armado de valor para contar uno de los episodios más difíciles de su pasado. Ha explicado con pelos y señales lo que significa el programa para él: "Masterchef a mí también me ha cambiado la vida", ha continuado.
"Cuando me llamaron para ser juez estaba en una situación muy complicada. Los negocios son así, y por más ilusión que le pongas no siempre cuadran las cuentas. ¡Estaba al limite! Pero bueno, ocho años después y dieciocho ediciones después puedo decir con orgullo no solo que El Bohío está aquí sino que he tenido la gran suerte de poder transformarlo en el restaurante que siempre soñé".
No es la primera vez que Pepe sorprende con una confesión así. En el primer programa que se emitió tras el confinamiento, no pudo evitar venirse abajo al ver como los participantes se reencontraban con sus familiares tras más de dos meses sin verlos.
Lamentablemente y como a la gran mayoría, la crisis sanitaria también ha marcado un antes y un después en su vida. Su local ha estado cerrado durante cuatro meses y los primeros en volver a usar las instalaciones han sido los finalistas de la edición, un momento esperadísimo para Pepe: "El coronavirus se ha interpuesto en nuestra vida y el restaurante lleva cuatro meses cerrado. Vosotros vais a ser los primeros en encender los fogones. Los primeros y, por desgracia, también los últimos", les ha contado apenado ya que las circunstancias que estamos atravesando no permiten que el restaurante vuelva a abrir sus puertas con normalidad.
Eso sí, les ha repetido hasta la saciedad que eso no era un motivo para estar triste: "Si os cuento todo esto no es para que estéis tristes sino todo lo contrario".