Mariachis, actuaciones improvisadas, todo lo que no se vio del cumpleaños de Marta Riesco

Marta Riesco ha vivido uno de sus cumpleaños más agridulces. La periodista de El programa de AR se sentaba el pasado viernes en Ya son las ocho y ponía fin de manera fulminante a su relación con Antonio David al ser consciente de la negativa del ex guardia civil a acudir al fiestón que había preparado para soplar las velas: "He tirado la toalla. La gente no sabe las cosa que han pasado, pero hay cosas que no dependen de una misma. Yo he puesto toda la carne en el asador. Creo que llevo batallando muchísimo por esta relación y no me merecía lo de hoy, creo que ya son demasiados feos", se sinceraba entre lágrimas ante Sonsoles Ónega. Pero a pesar de la tristeza que le produce rehacer su vida lejos del padre de Rocío Flores, la joven ha sacado fuerzas y lo ha dado TODO en su fiestón de 35 cumpleaños en uno de los locales más exclusivos de la capital.

Marta Riesco, cual reina, llegaba al lugar de la celebración en una lujosa limusina rosa y posaba ante los medios con la mejor de sus sonrisas. Y es que en este 'sarao' no ha faltado absolutamente de nada. ¡Ni mariachis!

La periodista ha cuidado hasta el más mínimo detalle y ha estado arropada en todo momento por sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. Miguel Ángel Nicolás y Pepe del Real no han querido dejarla sola ni un segundo al ser consciente del duro bache que está atravesando tras su ruptura con Antonio David y de lo que eso supone con respecto a la opinión pública. Eso sí, nadie le ha impedido que agarrara el micrófono y se lanzara a cantar 'No tengas miedo', la canción que no deja de sonar ni en los pasillos de Mediaset ni en las plataformas digitales. ¡DALE PLAY!

Marta Riesco, feliz en la fiesta de su 35 cumpleaños.

Aunque sea por unas horas, Marta se ha olvidado de Antonio David mientras él ha puesto tierra de por medio y no se ha manifestado sobre todo lo que está ocurriendo. El excolaborador de Sálvame se encuentra en Málaga en compañía de Olga Moreno, un gesto que hace aún más dolorosa la ruptura.