María Teresa Campos ya está en casa. Tras haber pasado una buena noche en el hospital, en el que ha dormido en planta y en observación médica, el cirujano que la operó el lunes ha visto conveniente que continúe con el postoperatorio en la tranquilidad de su hogar.
Pasadas las dos de tarde, se producía su salida de la madrileña clínica de La Luz. Campos, acompañada de su amado Edmundo, de cuyo brazo iba agarrada, salía caminando lento pero con fuerza. A su lado su hija Carmen y una amiga. Todos se han marchado en un coche al domicilio de la comunicadora con un único propósito, conseguir que esta continúe con el reposo prescrito por el médico.
La intervención quirúrgica, que trascurrió sin problemas, duró tan solo veinte minutos, en los cuales le realizaron una laparoscopia a través de la que se extrajo la vesícula para, en el futuro, evitar nuevos cólicos biliares. Hace dos semanas sufrió uno que la dejó muy dolorida y por el que visitó las urgencias de un hospital malagueño en sus días de descanso. Unas piedras estaban ocasionándole las molestias en el abdomen, pero esto no volverá a repetirse.
Campos salía vestida de blanco neutro y daba las gracias por el interés que ha levantado, y se alegraba de haber recibido el alta de una manera tan pronta. Eso sí, aclaraba que todavía “estaba muy flojita”. Normal, tan solo han pasado 24 horas desde que se produjo la intervención, seguro que conforme pasen los días se notará con más y más fuerza.
Su pareja, Edmundo, dirigiéndola entre la nube de fotógrafos y periodistas, la guiaba y confirmaba lo que hacía un rato había relatado, “ya la veis lo bien que está”.
Lo peor ya ha pasado. Ahora solo queda ser mimada por los seres queridos y aprovechar estos días de descanso impuestos por el médico.