Maite, de GH16: "Mi exmarido casi me mata de una paliza"

La cara menos conocida de la primera expulsada

maite gh16

Matite Galdeano es la primera expulsada de GH16, la concursante más polémica de esta edición. No soporta envejecer, quizás por eso le cuesta tanto reconocer que tiene 46 años y cuando puede, afirma tener 39. Se aferra a la vida porque estuvo a punto de perderla a manos de su exmarido, a la juventud, porque a los 14 años alguien se la robó. Desde que descubrió que no todos los hombres son iguales, disfruta del sexo y sueña con enamorarse.

Ha sido muy controvertido que como madre empujaras a Sofía a acostarse con Suso...

Lo siento mucho. La he criado a mi imagen y semejanza. No quiero que mi hija tenga los prejuicios que yo tenía cuando era jovencita, que sea tan inocente como yo fui cuando caí en brazos de mi exmarido.

¿Te habrías acostado con Suso?

Si Suso me hubiera seguido el rollo, a lo mejor sí. Es el único hombre con el que podía haber tenido sexo en el concurso. Sofía y yo tenemos el mismo gusto.

¿Se avergüenza Sofía de ti cuando te pasas de revoluciones?

¡Qué va! Mi hija está al mil por mil conmigo.

¿Has compartido alguna vez un hombre con Sofía?

Su segundo novio vivió con nosotras un invierno entero. Como yo estoy enamorada de mi cuerpo, iba por mi casa, por supuesto, en tanga y el chico empezó a hacer ojitos conmigo. Le chocaba lo moderna que era la madre de su novia y el culito que tengo. No llegué a acostarme con él, aunque me dijo que le gustaría hacer el amor conmigo.

¿Sofía se puso celosa?

Muy celosa. Sobre todo cuando le di un beso de amor a su novio delante de ella y a él se le empezó a poner la flauta de aquella manera. Sofía se echó a llorar. Se fue a la cocina toda cabreada y me dijo: “Estás loca, mamá. ¿Cómo puedes hacer esto con mi novio?”. Luego le pedí perdón, le intenté explicar que él me había subido la autoestima y que era algo que no me pasaba todos los días.

¿Eras consciente del daño que eso hacía a Sofía?

No, de lo contrario no lo habría hecho. No voy a volver a pasearme en tanga delante de sus novios, la voy a respetar. No quiero romperle el corazón nunca más.

Tú has sufrido muchísimo.

Muchísimo. Con 16 años me quedé embarazada, había conocido a mi primer marido con 14. Fue mi primer hombre, me casé enamoradísima. Dejé los estudios, me arrepiento mucho porque era muy lista. Éramos muy distintos, el sol y la luna, y poco a poco me fue anulando. Era cinco años mayor que yo y me dejaba llevar por él en todo. Hasta que se convirtió en el dictador de la casa. Las cosas empezaron a ir muy mal, él bebía alcohol y llegaba a casa borracho. Hasta que un día me pegó. A partir de ahí, me apaleaba. Empezó por un puñetazo y terminó por una paliza que casi me mata.

¿Qué pasó ese día?

(Habla con los ojos cerrados). Era un 6 de julio. Llegó borracho como una cuba. ¿Cómo no voy a tener yo asco al alcohol? A Sofía, que tenía 5 años, la dejó en la escalera. Me dio un palizón de muerte. Dios me protegió y pude abrir la puerta. Salí a la escalera magullada, descalza llorando y pidiendo auxilio. Cogí a mi niña y bajé desde el piso 14 hasta que la vecina del primero me rescató. Llamó a la policía. Me vieron machacada a puñetazos, sin pelo y cuando subieron a mi casa a mi marido ya le había dado tiempo a recoger toda la casa. ¡Qué listo fue! Yo estaba aterrorizada, pensaba que iba a matarme por haberlo contado, me aconsejaron que fuera a una asociación de mujeres maltratadas, que hiciera terapia.

¿Y qué hiciste?

Este señor se saltó la orden de alejamiento de 50 metros y vino a buscarme. Me dijo que me quería y que no volvería a pasar más. Se le había acabado el chollo de ‘la Maite’ que le traía el dinero a casa. Me engañó y volví con él después de una carta de amor. No me sentía capaz de dirigir mi vida. Yo me preguntaba por qué no podía estar sola, estaba anulada.

No pensabas con claridad.

No solo me agredió físicamente sino que me quitó toda mi autoestima, me vi como una mierda. Me insultaba, me llamaba puta. Me sacaba de los pelos a la escalera y me dejaba allí en camisón, muerta de vergüenza, me sacaba a patadas de la cama a las tantas de la madrugada. Yo tenía que ir al cuarto de Sofía, sacar la cama nido y dormir dos horas. Iba a trabajar al volante del autobús, me ocupaba de todo con mis hijos tan chiquititos. Mi hijo Cristian se daba cuenta de todo, el pobrecito hasta se hacía pipi de miedo cuando veía que su padre me perseguía.

¿Te chocó la reacción de alguna persona de tu entorno?

Su madre, con lo bien que me llevaba con ella, no fue capaz ni de decirme: “Maite entiendo que mi hijo te ha maltratado mucho, que casi te mueres”. [Llora sin parar y se hace una herida en el labio de la tensión]. Nadie ha sido capaz de decir “perdona”, lo llevo en el corazón metido.

Saliste gracias al apoyo de los servicios sociales.

De verdad os lo pido, por favor, si os maltratan no aguantéis, sed valientes y huid del agresor. Si salí fue gracias a los médicos y psicólogos. Cuando fui consciente de que era un maltratador, que tenía el verdugo en casa, logré empezar una nueva vida. Recaí dos veces pero lo logré. Mis amigas y mis padres me ayudaron mucho con Sofía. Cuando firmamos el divorcio, todo un poco apresurado, yo aún estaba magullada mentalmente, y pactamos que el niño se quedaría con mi exmarido y que yo tendría la niña.

¿Dónde vivisteis Sofía y tú?

En un piso compartido. Tenía dinero pero quería ser prudente y ahorrar, y me alquiló una habitación un chico nigeriano. Lloraba mucho, él me animaba y me reafirmaba en la decisión de separarme. “Lucha y cuenta conmigo”, me decía. Poco a poco el nigeriano se acercó a mí, me acariciaba con ternura, me besaba el pelo y empecé a ser consciente de que no todos son iguales. Compartimos cama y me vi contenta. Me hizo ver la luz y me ayudó a recobrar mi autoestima.

Tu segundo marido fue un nigeriano, ¿verdad?

Lo conocí en Pamplona, era cristiano y me gustó todo él: sus músculos, su carita guapa. Era siete años menor que yo. Mi matrimonio duró solo dos meses. Enseguida empecé a sospechar que podía serme infiel, y Sofía le puso una trampa en Internet. Le pillé ligando con otra. Le puse las maletas en la calle.