El bello de punta nos ha puesto Lydia Lozano esta tarde en 'Sálvame'. Son escalofriantes los casos de acoso y abusos sexuales que están saliendo a la luz estos días. El programa de Telecinco es el que más empeño está poniendo en destapar más casos, no solo entrevistando a actrices y modelos nacionales, sino buscando la noticia entre sus propios colaboradores. De esta caja de Pandora está saliendo la peor versión de la especie humana. Después de Terelu, Rafa Mora y Mila Ximénez, ahora ha roto la barrera del silencio Lydia Lozano. Nadie escapa a este tipo de actitudes cuyos ejecutores deberían ser juzgados por ellos y, en casos extremos, incluso acabar en prisión. En el caso de Lydia, ya tenía hecho un nombre como periodista del corazón. "Empecé en televisión en 1997, pero esto fue mucho antes", ha ubicado en el tiempo. Pero, a pesar de su status, en su vida se cruzó en su camino capaz de abusar de su posición de poder.
La colaboradora, que está pasando una de las peores semanas de su vida en el ámbito profesional, desde que saliera a la luz que la cúpula del programa estaba pensando en prescindir de ella, ha narrado una terrible historia ocurrida antes de que ella se dedicara a la televisión, y que estuvo desgraciadamente protagonizada por ella. En esta historia, y a modo de metáfora, ella era la confiada 'Caperucita roja' y un "cantante famoso" del que no ha querido revelar su nombre se convirtió en el fiero lobo del cuento. Solo que esto no fue un cuento, fue una durísima e impactante experiencia real.
Lydia, entre dolida, emocionada, pero sobre todo incómoda de que volviera a su mente algo que ha querido enterrar, empezaba su relato. La tertuliana ha contado que cerró una entrevista con este famoso cantante. La localización para la entrevista y el reportaje fotográfico fue un hotel. El trabajo normal en este tipo de producciones periodísticas es que se realicen antes las fotografías, para ir ganándote la confianza del personaje. Lydia le planteó hacerlo de esta forma, pero el artista, que ya la estaba esperando en la suite, se negó en redondo. "Aquí se trabaja a mi manera", dijo rotundo, 'echando' al fotógrafo de Lydia.
Lydia mandó al fotógrafo a preparar su equipo y entonces se quedaron solos. No sospechó nada, ni siquiera cuando cerró la puerta tras de sí, echando el pestillo. "¡Qué ganas tenía de verte!", le dijo. Ambos ya habían coincidido anteriormente, aunque en presentaciones y ruedas de prensa. La entrevista empieza a desarrollarse con ellos sentados en unas sillas. "Él es encantador", recuerda pero, repentinamente, se levanta y se coloca en una parte de la estancia desde donde le pregunta si está bien ahí para una fotografía. "Y pasa a la acción", continúa. El cantante se había echado encima de Lydia, angustiada y sin entender nada. "Te entra un pánico horroroso y te ves indefensa, paralizada y asustada", narra. "Me lo encontré encima y levantarse era difícil, porque era corpulento", cuenta mientras desarrolla cómo consigue zafarse de él. Lydia consiguió darle una patada en su entrepierna "y salí escopeteada, avergonzada y humillada". "Gritaba por todo el hotel el nombre del fotógrafo que estaba en la barra", afirma.
Con el corazón a mil, lo único que consiguió contarle a su compañero es que este famoso artista, que aún sigue en activo, "se había sobrepasado conmigo". Lozano se fue sin esperar a que acabara la sesión de fotos y dijo que ya le llamaría para acabar la entrevista por teléfono, "pero nunca le llamé y él nunca se ha puesto en contacto conmigo".
Lydia ha contado que nunca se había atrevido a contar esta experiencia que la ha traumatizado hasta ahora, porque es su palabra contra la de él. Aún le duele recordarlo y ha intentado evitarlo de todas formas y no puede escuchar ni sus discos. "Lo que más me molesta es que la gente le adora", ha llegado a decir.