Como se suele decir, el problema en temas estéticos lo tiene quien mira. Y los motivos extramusicales por los que Luis Fonsi ha sido noticia tiene que ver con este asunto. Hace cosa de un mes, su mujer Águeda López compartía un divertido vídeo donde aparecía su hija Mikaela y otras niñas bailando en la piscina al ritmo de 'Échame la culpa', el 'hitazo' de su papá. El vídeo es una monada, pues las pequeñas se toman muy en serio eso de ser las "nuevas bailarinas" de Luis Fonsi, y hacen grandes esfuerzos por ir sincronizadas.
Los papás orgullosos de 'Mika' jamás habría imaginado que sus seguidores iban a poner el acento en otro aspecto del vídeo. La publicación de Instagram se convertía en un campo de minas, lleno de comentarios peyorativos acerca del cuerpo de la hija mayor del matrimonio. Prácticamente todas las críticas señalaban su delgadez, dejando mensajes como "puro hueso" o "casi se rompe".
Fonsi y Águeda, entre la tristeza y la indignación, han llegado a su límite. Tristeza, porque un niño pequeño no tendría que soportar comentarios peyorativos –y prácticamente siempre subjetivos–, que puedan llegar a herir sus sentimientos y les acaben produciendo complejos. E indignación, por la ligereza con la que se vierten esos juicios y que el matrimonio ha descrito como "bullying". Luis Fonsi ha dejado la alegría de sus canciones y ha volcado toda la ira sobre quienes se han metido con su hija: "Hay un lugar especial en el infierno para la gente que agrede, falta al respeto o hace 'bullying' o daño a un niño. Para que lo tengan claro".
Por su parte, Águeda, que ha aclarado que su hija está "sanísima", ha declarado que "exponerlo y agredirlo de esa forma se llama Bullying. Uno como figura pública y adulta se acostumbra a lo que sea, excepto a que le hagan daño a un hijo”.