Lucía Rivera narra su momento de mayor angustia: robada en plena calle

“Vengo a contaros una desgracia, así igual me libero y lo asimilo”, decía hablando a la cámara de su móvil. “Había quedado para cenar con unos amigos en Barna y, aunque nunca lo hago, ir a sacar dinero a un cajero. Como no conozco la ciudad busqué en Google dónde había uno y me fui a buscarlo”

“Yo no conozco la ciudad, y el buscador me mandó a la zona de la Universidad Pompeu”, acertaba a decir. “Cuando llegué, ya ‘chinada’ porque había caminado 20 minutos y mis amigos ya estaban en el restaurante y ahora era yo quien llegaba tarde, no encontré cajero” 

La cosa se pone fea para la hija de Blanca Romero a partir de aquí: “Yo iba haciendo el estúpido con el móvil, haciéndome fotos, stories… Paso por debajo de un puente, lo recordaré siempre, y un tío que viene de frente se queda mirándome raro. Cuando le tengo delante, y haciendo un movimiento súper suave y delicado, el tío me arrancó el móvil de la mano. Me quedé en shock”.

Lucía tuvo la reacción habitual en estos casos, cuando el caco aprovecha el desconcierto de su víctima para ganar unos metros en la carrera y hacerse con el preciado botín, “corrí detrás de él pero me dio miedo, así que pensé que lo mejor era que me marchara. Llegué a la cena llorando”. 

“¡Qué desgracia!”, se lamentaba ante sus seguidores, a quien les dijo que el teléfono sustraído apenas lo tenía desde hacía un mes. Solo le consuela una cosa, “al menos estoy sana” y lanza una moraleja a quien la oye, “sabed dónde vais y no fiaros de Google ni el bolso abierto”.