Los ‘secretos’ de Ruiz-Mateos

Una hija secreta y una amante a la que estafó

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Los mayores secretos de José María Ruiz-Mateos, fallecido el lunes 7 de septiembre, ahora salen a la luz. Dos mujeres, dos personas que quieren cosas muy distintas. La primera es su supuesta hija, Adela Montesdeoca, mexicana, veinteañera y que desea ser reconocida como hija legítima del empresario. La otra, Marta González, se identifica como la amante durante 18 años de José María.

Vanitatis informa de que, debido a la demanda de paternidad que han interpuesto Adela y su madre, Patricia, el cuerpo del dueño de Rumasa no podrá ser incinerado, como era el deseo de la familia. Es necesario que se conserve intacto para que las pruebas de ADN se realicen de manera correcta, y que así se conozca si de verdad Adela es la hija número 14 del empresario o no. La madre de la joven, para la demanda, puede aportar pruebas que determinarían que mantuvo una relación con él. Según el medio, Patricia posee cartas y fotos, que demostrarían que se estuvieron viendo durante los años 90.

Madre e hija llevan desde 2006 tratando de demostrar la que para ellas es su verdad, pero hasta ahora la demanda no había sido admitida a trámite.

En el caso de Marta, mano derecha de José María y su amante durante 18 años, esta, pese a haber cobrado toda su vida en dinero B, tal como señala Vanitatis, y no haber cotizado en la Seguridad Social, no le guarda rencor al que llama “el amor de su vida”. Entró a trabar con él cuando solo tenía 19 años y pronto su relación trascendió del plano profesional al sentimental. Se veían a escondidas en hoteles de Madrid y Barcelona, y ella hasta llegó a disfrazarse de hombre para acudir, sin ser reconocida, a sus encuentros amorosos. "Me parecía un hombre muy valiente, capaz de desafiarlo todo. Me fascinaba el mundo de la empresa y lo admiraba profundamente” reconoce. Ella era solo una chiquilla y él un empresario de éxito que conseguía todo lo que quería de la gente. “De muchas de sus operaciones no dejaba rastro; en general, era muy poco amigo de la tecnología. No le gustaba dejar nada importante escrito en la memoria de un ordenador”.

Ahora recuerda el cariño que le tuvo, pero eso sí, en 2012 los demandó por delito contra la Seguridad Social, Hacienda Pública, apropiación indebida y falsedad documental. “Se sobreseyó todo; no pude demostrar nada porque yo no constaba en ningún registro oficial. Cuando todo estalló, José María no me ayudó. Ahora, pesan más otros recuerdos y no le guardo rencor”