Solo hay una cosa que odiemos más de las fotos retocadas. Las fotos retocadas MAL. Estrepitosamente mal, en el caso de Lindsay Lohan, una veterana en el arte de subir fotos a las redes sociales previa pasadita por Photoshop. La exniña prodigio pretende hacernos creer que tiene menos centímetros de los que tiene (como si eso le fuera a devolver su carrera) a base de triquiñuelas digitales.
¿Y cómo la pillamos siempre? Por el fondo. Ahí tenéis la clave. No necesitamos ponernos en plan CSI Instagram para descubrir que los elementos de la fotografía han sido alterados al intentar hacer su cuerpo más delgado porque cada vez que lo hace el fondo se distorsiona. Fijaros bien en las fotos de la galería y observaréis una bonita colección de escaleras que no encajan, botes de champú torcidos y cortinajes con un movimiento más ondulatorio que las caderas de Shakira.
Puede que Lohan, que de tonta no tiene un pelo, haya encontrado en esta forma de fotografía una estupenda excusa para que se hable de ella ya que ni escándalos levanta en su vida privada. ¿Lo hace para ganar notoriedad? Si así es una estrategia fabulosa propia de conquistador romano, porque con la tontería la prensa cada vez que habla de ella no es para comentar este o ese trabajo, sino para recordarle que necesita unas clases de retoque de fotografía básico ¡ya!. O tal vez, seamos nosotros los que necesitemos una clase de publicidad con ella como maestra.