Al final, Kiko Rivera ha entrado en razón y ha entendido que tratar a empujones a personas que, a fin de cuentas, están trabajando no son maneras. El hijo de Isabel Pantoja, ya más tranquilo y con su hija Ana recién nacida en casa, ha pedido disculpas por su rudo comportamiento en uno de los días en los que, es un suponer, debería estar felicisímo por haber sido padre por segunda vez. A través de las redes sociales, Kiko ha reconocido que fue un error no salir con su mujer y su hija. "Quizá haya cometido el error de no salir con mi mujer e hija, pero ellos tampoco lo hicieron bien. Pido disculpas por mi comportamiento". En otro tuit, Kiko afirma: "Con educación y haciendo bien las cosas todo se consigue".
Aunque le honra pedir disculpas, no deja de ser curioso que diga que "con educación, todo se consigue". Recordemos que Kiko Rivera les hizo una buena 'jugarreta' a los fotógrafos que esperaban en el vestíbulo de la clínica sevillana en la que Irene dio a luz mediante cesárea. Incluso, se había montado un 'photocall' para que la pareja posara para los medios. Pero solo apareció Kiko que, mientras atendía a los periodistas, daba tiempo a Irene para que, con la niña en brazos, abandonara el hospital por otra puerta. Una actitud que, sin duda, fue una total falta de respeto para los fotógrafos.
Con los ánimos ya caldeados, el siguiente episodio -y el más desagradable- tuvo lugar a las puertas de la casa de Kiko e Irene. Acompañados por unos amigos que hicieron de parapeto para que nadie tomara fotos de la recién nacida -uno desplegó una chaqueta roja para obstaculizar la labor de los fotógrafos, y con los nervios a flor de piel, Kiko acabó empujando de mala manera a un fotógrafo. Más tarde, en twitter, seguía con su tono amenazante.
Todos podemos entender que no se puede acosar a una mujer que lleva a un bebé en brazos, máxime cuando la feliz mamá ha sido sometida a una cesárea. Es cierto que algún fotógrafo quizá se acercó en exceso a la pobre Irene, que lo único que deseaba era entrar en su casa y descansar junto a su recién nacida hija. Todo esto se hubiera evitado si la pareja hubiera posado en el 'photocall' que había previsto en la clínica, pero Kiko, que tiene puesta toda su vida -y la de los suyos- en venta, no quería que nadie le reventara la exclusiva. Él sabrá.