Kiko Matamoros ha vivido sus semanas más caóticas. Primero, por el tenso enfrenamiento que ha protagonizado con su exmujer, Makoke, y su hija Anita. Y segundo, por las tres semanas que ha estado hospitalizado tras las complicaciones a las que ha tenido que hacer frente desde que decidiera extirparse la vesícula. El cambio que ha experimentado el colaborador de 'Sálvame' ha sido espectacular: ha perdido nada más y nada menos que 14 kilos y se ha mostrado bastante preocupado por su físico. Además, ha reconocido que no ha querido revelar el destino que ha elegido para pasar sus vacaciones con Marta López Álamo porque "no quieren que le saquen con el aspecto que tiene"... Aunque él es el primero que ha bromeado con este asunto.
A través de su perfil de Instagram, el padre de Diego Matamoros ha aceptado la realidad y ha aprendido a reírse de sí mismo: "Lo que queda de mí y un casco...", ha escrito junto a una fotografía donde deja constancia de su transformación tras pasar 20 días en el hospital.
Marta ha estado a su lado en todo momento. No se ha separado de él y ha sido la encargada de informar sobre los avances de salud del tertuliano.
Kiko no ha querido dejar pasar la oportunidad de agradecer todos los mensajes de apoyo que ha recibido durante los últimos días... Y lo ha hecho de una manera muy relajada desde el Caribe mexicano: fumándose un puro y mostrando los resultados de los retoques estéticos que la he realizado Carla Barber: "Gracias por tanta generosidad y cariño".
La doctora en medicina estética se atrevió a hacerle a su suegro un 'total face', es decir, un tratamiento donde Kiko se ha retocado la nariz, se ha quitado las arrugas de la frente y se ha elevado las cejas con ácido hialurónico. En exclusiva para Lecturas enseñó su nueva cara y no dudó en cargar contra la gran mayoría de sus compañeros de trabajo: "Me envidian y me odian".