“He pasado una época muy chunga, con mucho miedo”, decía Kiko Hernández en su vuelta a Sálvame. El madrileño reaparecía haciendo temblar a sus compañeros, y no por el coronavirus al que él tanto teme, sino por la amenaza de desvelar los mayores secretos de colaboradores y famosos en general que, hasta ahora, habían permanecido en un cajón del programa.
Kiko es el encargado de hacer públicas las informaciones más sonrojantes, pero, antes de ejercer de azote de colaboradores y celebridades, se ha confesado ante la audiencia. “Lo he pasado muy mal. Los guantes me han salvado la vida. Me me ponía tanto gel que me acababan sangrando”.
“Iba a comprar lo menos posible. A veces me iba y volvía sin nada. No era capaz de salir del coche. Notaba hormigas en la cara”. Hernández reconoce ha llorado muchísimo, vivía con un gran miedo por sus hijas, con quien ha estado confinado junto a la abuela de las niñas y la niñera.
El miedo no le soltaba, hasta el punto, que ha llegado a estar 4 noches sin dormir. Cómo sería, que este le tenía completamente paralizado. “He llorado mucho de impotencia, sentía que no servía para nada. Le decía a Mila: ‘sois unos valientes. Me sentía una mierda que no valía”. Todo esto estuvo a punto de hacer mella en él puesto que se pasaba las 24 horas del día consultando las muertes y toda la información sobre el coronavirus.
El colmo lo vivió un día que salió a pasear con sus hijas, su madre y la niñera a una montaña cercana a su domicilio. En plena caminata miró el móvil, lo tenía apagado, consultó su reloj, se le había parado. Preguntó si las dos mujeres que le acompañaban tenían sus móviles funcionando y también los tenían sin batería. ¿Qué había pasado? Empezó a imaginar que todo esto se debía a los alienígenas cuyas naves tal vez estarían haciendo interferencias en las ondas electromagnéticas... Fue entonces cuando entendió que debía parar. "Al volver a casa, llamé a Alberto (director de Sálvame) y le dije que me estaba volviendo loco. Necesitaba regresar al programa".
Pero parece que ha dejado todo eso atrás, a partir de ahora, asegura sentirse un Kiko nuevo. “Luego ves lo que le ha pasado a Lequio y a Ana Obregón… somos unos afortunados por tener trabajo. A partir de ahora, no me oiréis quejarme”, dice el que siente que ha aprendido esta importante lección de vida.