Nadie puede negar que en la época de los noventa en España los futbolistas y las modelos eran las figuras más deseadas, de hecho, muchas de nuestras famosas patrias, comenzaron su andadura ante los focos desfilando en aquellos años en que las pasarelas eran sinónimo de relevancia y glamour sin distinción. Y una de las mas destacadas de entonces fue Judit Mascó, una joven rubia con una enorme sonrisa que a sus 54 años continúa desfilando y eso que en un momento dado decidió priorizar su vida y marcharse.
La catalana fue una de las más discretas entonces y ha seguido en su línea siempre, está casada desde hace 31 años con el que era su novio de toda la vida, de hecho, en varias entrevistas ella misma contó que lo conoció en la adolescencia, y desde entonces jamás se separaron. Él se llama Eduardo Vicente, es abogado, y siempre se ha mantenido muy al margen de la parte más mediática de la profesión de su mujer. Y eso que durante algunos años Judit priorizó la crianza de sus hijas, pero nunca, ni aún viendo pasar los años, Judit ha dejado de trabajar como modelo e imagen de grandes firmas.
De hecho fue una de las muy pocas invitadas a la fiesta de Vanity Fair posterior a los Óscar en este 2024, lo que demuestra que pese a no protagonizar titulares cada semana, ella continúa siendo una de las grandes modelos de nuestro país y su rostros sigue en alza, de lo que a juzgar por algunas de sus últimas entrevistas, le hace muy feliz, porque lleva estupendamente el paso del tiempo, y a sus 54 años jamás se ha sometido al operación estética alguna.
El trabajo de Judit Mascó más allá de la moda
Y a pesar de no dejar de trabajar como modelo, de hecho, en la actualidad es la imagen de la firma de joyas Vidal y Vidal, y la cadena de hoteles Gran Meliá y acaba de desfilar para Pedro del Hierro en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid, tiene otra gran ocupación, una muy solidaria. A lo largo de los años ha ido poco a poco haciendo crecer e involucrándose cada vez más con la fundación ARED (Fundación para la Reinserción de Mujeres), conoció el proyecto a través de un amigo de sus padres y se quedó tan impresionada que no dudó en pasar a formar parte, con tanto entusiasmo y ganas de ponerse manos a la obra, que a día de hoy es la presidenta, una labor por la que incluso ha recibido premios como el Premio FIDEM a la Corresponsabilidad y el Emprendimiento Social que le otorgaron en 2022 y del que se siente muy orgullosa.
Dedicadas a diferentes sectores de ayuda para esta fundación, Judit es presidenta y consejera de dos sociedades, la primera de ellas el Centro Especial de Trabajo ARED SL, dedicada a “La prestación de servicios para la ayuda a la inserción laboral a las personas con discapacidades graves, que se llevara a cabo mediante un centro especial de trabajo”, y la segunda, Salta Empresa D'Insercio SL, que tiene por objetivo: “facilitar la integración social y la incorporación laboral de personas con especiales dificultades de acceso al mercado laboral, mediante la realización de actividades socio-educativas y otras de carácter económico, etc”.
El proyecto social de Judit Mascó
Esta fundación nació en 1994 y se dedica sobre todo a mujeres recién salidas de centros penitenciarios, que vienen de servicios sociales, o que no tienen ingresos y necesitan resolver su situación, y lo que se hace es darles herramientas para que puedan obtener autonomía y formación de cara a reinsertarse en la sociedad. Una labor complicada en la que muchísimas personas, tanto trabajadores como voluntarios, se implican día a día para lograr poner su granito de arena. Un proyecto que enamoró a Judit ya hace años y en el que a su vez ha ido involucrando a algunos conocidos y amigos tras escucharla hablar con pasión y entusiasmo de los pequeños logros en los que van trabajando poco a poco.
Esta es, sin duda, la faceta más desconocida de la modelo. En su vida no todo es glamour y moda, también tiene tiempo para remangarse y ponerse manos a la obra por mujeres que no han tenido la misma suerte que ella, y todo eso sin dejar de cuidarse a sí misma y a su familia y sin dejar de hacer su trabajo, que es algo que le apasiona, y por lo que se cuida día tras día. Una caja de sorpresas.