Con un discurso escrito en un papel, José Ortega Cano se ha enfrentado a los medios congregados en las afueras de la prisión de Zuera, Zaragoza. Acaba de obtener el tercer grado y sus días en esta cárcel han terminado y ha querido tener unas palabras de agradecimiento con todos los que lo han acompañado en estos 13 meses y medio. De los funcionarios ha destacado la profesionalidad y respeto que han tenido en todo momento con él, de sus compañeros, especialmente los del módulo 8, ha alabado su comportamiento y consideración, para acabar con los periodistas que han cubierto su información agradeciendo la atención y respeto. Pero ni mención a Carlos Parra, el fallecido por su culpa en aquel fatídico accidente de coche. No ha sido hasta que una periodista de las que estaba afuera micrófono en mano, cuando el nombre de Parra no ha salido a luz. Ortega ha dicho que ya había dicho que estaba arrepentido y que lo sentía. “En mis oraciones siempre lo tengo presente”, decía, señalando que no hay día que no piense en él.
También quería dejar claro, que pese a lo que muchos les pueda parecer 13 meses en prisión es bastante tiempo para poner en orden la cabeza, repasar los errores que uno ha cometido y recalcaba que esto le había servido para aprender “a meditar, a no ir por la vía rápida”. También ahora valora más a la familia, a los amigos y “a vivir en paz”.
A partir de ahora empieza una nueva vida, una nueva forma de afrontar su pena que lo llevará al centro de reinserción Victoria Kent de Madrid, donde pasará las noches de lunes a jueves, los fines de semana los pasará en su casa.
Lo primero que hará esta tarde, después de comer con los suyos en su domicilio madrileño, irá a Las Ventas donde participará como comentarista taurino, uno de los nuevos proyectos profesionales que le esperan a su salida de la cárcel.
Sobre la posibilidad de cumplir lo que le queda de condena con una pulsera telemática como se había hablado, Ortega lo ha dejado en el aire, “todo puede ser”, ha dicho.