Joaquín Prat y Marianne Sandberg, la azafata danesa que se enamoró del presentador más famoso de la España de los 70

Este año se cumplen 30 años del fallecimiento del comunicador, mientras que su viuda jamás ha sido capaz de rehacer su vida

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe digital de Lecturas

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Era un día de principios de los años 70 y el presentador clave del entretenimiento patrio cruzaba el espacio aéreo. En ese momento exacto, Joaquín Prat cruzaba su mirada con una de las azafatas, alta, rubia, con los ojos claros. “Thank you”, “gracias”. Marianne Sandberg acababa de conocer al hombre que iba a cambiar su vida de arriba abajo.

Joaquín Prat estaba desencantado en lo que respectaba al amor. Su matrimonio con su primera mujer, Anne McKiernan, fue un absoluto chasco. A pesar de la ilusión inicial, la falta de entendimiento no tardó en llegar y esto supuso que el matrimonio acabara disolviéndose. Los planes, compromisos y grabaciones que, por cuestiones laborales, obligaban a mantener al presentador ocupado, chocaban con el estilo de vida que su mujer anhelaba conseguir. 

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La primera familia de Joaquín Prat 

Prat y McKiernan tuvieron dos hijas, Anabelle y Susan. Estas acabarían convertidas en las hermanas mayores, por parte de padre, de Joaquín, Alejandra, Federico y Andrea, la descendencia que, años más tarde, tuvieron el presentador y la azafata de vuelo. 

“Anne era muy religiosa”, ha reconocido en alguna ocasión el periodista y amigo de Joaquín Prat, Manuel Román. “Ella solía actuar con rigidez en aquel hogar donde el comunicador se hallaba a merced de los criterios de la irlandesa”. Este, incluso, hizo pública una confesión que le hizo su íntimo “vivo en un infierno”. 

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Cuando tenía el corazón más maltrecho y creyó que no volvería a ilusionarse con nadie, un vuelo le cambió la vida. Aun así, sus inicios con Marianne tampoco fueron fáciles. La pareja lo tenía todo en su contra para apostar por su amor. Sandberg era mucho más joven que Prat, ya que este le sacaba 23 años; lo que escoció a la familia de la joven. El revuelo fue completo cuando esta les contó que el español de cuarenta años del que estaba enamorada era un hombre separado y con dos hijas. 

Marianne Sandberg y Joaquín Prat: un romance de altura plagado de dificultades

Por lo que respecta a la situación familiar de Joaquín Prat, tampoco fue sencillo. De hecho, resultó un verdadero infierno. El presentador deseaba con toda su alma unir su vida a la de Marianne, pero su exmujer no deseaba dar su brazo a torcer. Esta, que, como ya hemos dicho, era muy religiosa, no consentía el divorcio, por lo que firmar los papeles de su disolución matrimonial fue una tarea harto compleja. 

El televisivo empezó entonces una vida a caballo entre Dinamarca y España. Joaquín volaba a Madrid para trabajar, y, cuando los focos se apagaban, cogía el avión de vuelta al país que le estaba acogiendo. Ahí podía llevar la vida que no se le permitía en su propia patria y cumplir su deseo de estar junto Marianne y, además, formar una familia con ella. 

En 1975 nació su primer hijo varón y el primogénito para Sandberg. Le pusieron Joaquín de nombre, sin saber que el pequeño acabaría convertido en el heredero natural del talento de su padre. A los dos años, vino al mundo Alejandra. Los dos pequeños pasaron la primera etapa de su vida en Dinamarca, de ahí que estos hablen perfectamente el idioma de su madre. 

Nueva vida en España y el abrupto final del presentador

No fue hasta 1984 cuando, por fin, tras múltiples batallas legales, Anne McKiernan dio su brazo a torcer y firmó los papeles del divorcio. A partir de entonces, Joaquín Prat podía hacer realidad su sueño de contraer matrimonio con Marianne Sandberg. Y dicho y hecho, no tardaron en darse el ‘sí, quiero’ y en instalarse en Madrid, donde volverían a ser padres hasta en dos ocasiones más tras el nacimiento de Federico y Andrea, la menor de clan, nacida en 1987. 

Once años exactos les duró la dicha. En ese tiempo vivieron felices en el hogar familiar, los mayores acabaron sus estudios y fueron a la Universidad, los pequeños aún estaban construyendo su identidad cuando, en 1995, ocurrió la gran tragedia. 

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En abril de 1995, mientras Joaquín Prat se encontraba grabando el programa ‘Cómo lo veis’, empezó a sentirse indispuesto. El presentador fue trasladado a un hospital madrileño donde recibió el diagnóstico de que había sufrido un infarto de miocardio. Jamás salió del centro médico. Dos meses después de aquello, tras llevar semanas en coma, falleció a los 68 años de edad. 

Marianne Sandberg quedó viuda con solo 45 años y cuatro hijos a su cargo. El dolor y el shock resultaron brutales para toda la familia, quienes se replegaron sobre sí mismos y se unieron aún más. 
Ahora, cuando están a punto de cumplirse los 30 años de la muerte de Joaquín Prat, su familia echa la vista atrás y se muestra sólida y fuerte. Los Prat Sandberg han aprendido a sobreponerse a las desdichas de la vida y a hacer frente a los peores temporales. Aun así, y con todo, la matriarca tiene una pena en el pecho de la que no puede desprenderse ni recuperarse.

El drama más reciente de Marianne Sandberg

Federico, su hijo mediano, lleva años inmerso en una espiral de autodestrucción, ya que es víctima de las adicciones. Marianne, desesperada, hace unos años dio unas declaraciones a la revista Semana donde desveló la situación tan desesperada que atraviesa. “Hemos intentado ayudarle. Le pago el alquiler mensual, pero me llama pidiendo más dinero”, reveló entonces. Andrea, la menor de la familia destacó el enorme corazón de su hermano y lo sensible que es, pero también remarcaba que siempre habían intentado ayudarle a reconducir su vida y a ingresar en diferentes clínicas de rehabilitación, a lo que él se había negado en todas las ocasiones. 

Después de su matrimonio con Joaquín, a Marianne Sandberg no se le ha conocido ninguna otra pareja. Su corazón ha sido y será para el español que, hace cincuenta años, la enamoró en pleno vuelo. Para él y para sus cuatro hijos para los que siempre, y pase lo que pase, siempre estará.