Tal vez se les ha ido demasiado de las manos. El enfrentamiento entre Jesé Rodríguez y Aurah Ruiz ha llegado a unos extremos que nunca pudimos imaginar. El futbolista y la extronista se encuentran ligados por su pequeño Nyan, ingresado en un hospital de Madrid para tratar la enfermedad que sufre desde nacimiento, pero lejos de acercar posturas, se encuentran más que lejos. Ahora, el deportista ha querido dejar constancia de lo que echa de menos a su hijo menor y, de paso, lanzarle un mensaje oculto a la que fue su pareja...
De entrada, podría ser, simplemente, una respuesta a todas las acusaciones que se han vertido contra él en los últimos días. Jesé Rodríguez obtenía un permiso especial de su club, el Stoke City, para viajar hasta Madrid con el objetivo de visitar a su hijo Nyan, ingresado en un centro hospitalario. Un encuentro que debía ser todo felicidad pero que acabó de la peor forma posible. Rodríguez intentó entrar en la habitación del bebé junto a dos acompañantes, Aurah se lo impidió -a los desconocidos, no al padre de su hijo, tal y como narró ella misma- y tuvo que terminar interviniendo la seguridad del centro.
Desde entonces, poco más se ha sabido del futbolista. Desaparecido de sus obligaciones profesionales -el club estudia ya su expediente-, Jesé compartió unas tiernas imágenes con sus dos hijos mayores y poco más. Hasta ahora, claro. Rodríguez ha querido dejar claro que sigue muy unido a su hijo pequeño a través de una tierna imagen del piececito de Nyan. Un recuerdo que podría quedar ahí si no hubiese sido por la rapidez de Aurah.
“Me pregunto por qué te señalas el tattoo que nos hicimos juntos cuando nos conocimos (en París), sabiendo lo que significa para nosotros”. Efectivamente, Aurah y Jesé comparten el mismo tatuaje, justo el que sale en la última fotografía del futbolista. ¿Es esto un mensaje de rendición? ¿Pretende el deportista limar asperezas ahora que su futuro en el club británico pende de un hilo? Por el bien del hijo que tienen en común, deberían acercar posturas de alguna forma. Nyan, desde luego, se lo merece.