Isabel Pantoja se siente generosa. Lo de tener una nueva nieta debe de ser que le ha hecho querer compartir más de ella misma, querer hablar. No es que antes estuviera muda, pero, en cierta manera, cuando tenía un micro delante sí que perdía el don del habla. Ahora lo ha recuperado, ¿habrá obrado Carlota el milagro?
Lo cierto es que estas respuestas a las acertadísimas preguntas de un Kike Calleja, que lleva haciendo guardia en el hospital Nisa de Sevilla desde el martes, cuando se produjo el alumbramiento, han sido de lo más explosivas. Ha hablado de todo, de su encuentro con Fran Rivera, “fue normal. Nos saludamos. Somos personas civilizadas y educadas”; de lo poco que le gusta que su sobrina esté en ‘Sálvame’, “me gustaría que mi Anabel viviera de otra cosa. No es su sitio. Ella no tiene que defender nada. Y a mi me duele mi sobrina. La adoro ¿Ella llorando? Llorando de qué”. Lo dicho, un derroche.
También se ha emocionado. Isabel ha dado un recital de declaraciones en las que ha habido lugar para denunciar que no todo lo que se dice sobre ella o los su familia es real. Ha sido Isabel, ‘la estrella’, en estado puro. No cantaba, no estaba sobre un escenario, no llevaba bata de cola, pero ha sido artistaza total. Ha manejado los tiempos y los gestos. Se ha quitado las gafas de sol en el momento exacto en el que las lágrimas se asomaban a sus ojos. “El cambio lo tiene que dar la prensa, no yo. Yo nunca os he ofendido, a mí sí me han ofendido mucho. Cuando se habla de una persona… se tiene que tener algo de verdad de esa persona. Contrastad, si no es con ella, con alguien de su entorno que sepáis que os dice la verdad. Es muy fácil hablar mal. No se puede machacar a las personas”. Una copla, pero sin música.
El titularazo lo ha dado cuando se le preguntó por Julián Muñoz, del que, pese a cerrarse en banda a mentarle si quiera, ha dejado una frase lapidaria: “Yo no estoy en esa actualidad. Mi actualidad es mi vida, es mi familia, mi salud y el trabajo. No quiero saber nada de nadie que me haya hecho daño. Se acabó”.
Por último, acababa estas esperadísima entrevista asegurando que es inmensamente feliz y que no se cambiaría por nadie. “Este (se señala el corazón) ya lo tengo lleno repleto con mis cuatro nietos, mis hijos, mi madre, mis hermanos y mis amigos”.
Se cierra la puerta del coche. Se baja el telón. Ovación general con el público de pie.