La reina Isabel II tuvo que hacer frente el pasado sábado 19 de abril a uno de los momentos más complicados de su vida. Tras más de 70 años de matrimonio, la monarca se tenía que despedir para siempre del duque de Edimburgo, quien falleció el pasado 9 de abril a los 99 años. Un entierro en el que, a pesar de estar arropada por toda su familia, no puedo ocultar su más profunda tristeza.
Unos duros días en los que la reina Isabel II ha estado arropada por todos los miembros de la familia real británica. Tanto sus hijos como sus nietos han intentado pasar el máximo tiempo posible junto a la monarca para ayudarla a sobrellevar el “enorme vacío” que le ha dejado la marcha del duque, tal y como ella misma ha confirmado a sus allegados.
Un apoyo que ha continuado tras el funeral. Según ha publicado el diario The Sun, el príncipe Eduardo y Sophie Wessex no dudaron en acudir a tomar el té junto a la reina después del funeral del duque de Edimburgo. Además de ellos, el príncipe Andrés y Sarah Ferguson también han estado muy pendiente de la monarca. Todo a pesar de que esta última fue una de las grandes ausentes del funeral.
Sin embargo, este no fue el único plan de Isabel II tras el último adiós a su marido. Tal y como recoge el diario Daily Mail, la monarca abandonó el castillo de Windsor sola. La reina optó por conducir su propio vehículo hasta su finca cercana de Frogmore, donde la monarca estuvo paseando y disfrutó de los cerezos, todavía en flor, y las flores que bordean las orillas de los pequeños lagos. Un plan con el que pudo reflexionar tranquila tras unos días de lo más complicados para ella.