Irene Rosales se derrumba como nunca: "Voy a estar rota de por vida"

Irene Rosales ha reconocido que está agotada y que siente la necesidad de desahogarse, algo que todavía no ha conseguido llevar a cabo

Irene Rosales
Telecinco

Irene Rosales se ha derrumbado esta tarde en ‘Viva la Vida’ como nunca. La mujer de Kiko Rivera ha derramado muchas lágrimas al recordar a su madre el día en el que se cumple un año de su muerte. Cuando en el programa le han puesto algunas imágenes de Maite y cuando ha visto la dedicatoria que Kiko Rivera ha hecho a la que fuera su suegra, Irene Rosales no ha podido más y se ha desahogado de una forma desgarradora. La colaboradora del programa de Emma García ha contado cómo se siente. “Yo voy a estar rota de por vida”, ha dicho entre sollozos asegurando que echa muchísimo de menos a su madre y que es una pérdida que ni sus hijas pueden reparar.

Sin poder reprimir las lágrimas, Irene Rosales ha dicho que “no la voy a tener más, no la voy a ver más, no la voy a oler más. No la tengo más de por vida”. La mujer de Kiko Rivera lleva un año muy duro, pero más triste que nunca ha reconocido que “desde ayer estoy muy triste”. Una tristeza que no logra soltar del todo porque no encuentra el momento de desahogarse. “Necesito desahogarme mucho y no puedo porque tengo que estar fuerte. Pero yo necesito desahogarme y llorar, llorar y llorar”. Al verla así, Emma García y sus compañeros le han recomendado que busque ayuda, y aunque es algo que ha pensado en numerosas ocasiones, Irene no ha tenido tiempo para hacerlo.

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Irene Rosales se ha derrumbado al recordar a su madre.

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Con todo el cúmulo de cosas que le han sucedido en los últimos doce meses no es de extrañar que Irene Rosales se sienta agotada. Así lo ha reconocido en el programa, donde ha afirmado que “me voy a la cama y estoy agotada psicológicamente”. Según ella lo que necesita es “tiempo para asimilar muchas cosas que han ido pasando y no me he dado cuenta”. Irene se ha derrumbado al asegurar que “aparentemente estoy fuerte pero no lo estoy. No hay nadie que me pueda consolar”.