La infanta Elena siempre ha demostrado tener muy buena sintonía con sus hijos, Froilán y Victoria Federica. Aunque ha tenido que hacer frente a todos sus escándalos y no ha dudado en llamarles la atención cada vez que ha sido necesario, la hermana del rey Felipe VI ha tratado de protegerlos al máximo y se ha dejado ver en numerosas ocasiones junto a ellos en público. Además, desde pequeños, la hija mayor de los reyes Juan Carlos y Sofía ha intentado inculcarles sus grandes pasiones, como los toros, algo que, sin embargo, no ha conseguido en el caso de la hípica.
Así, una de las grandes penas de la infanta Elena con su hija Victoria Federica es no haber conseguido que su afición por la hípica calara en ella. Al contrario que su afición por las corridas de toros, que sí que han heredado, la joven no tiene ningún interés en montar a caballo, una de las mayores pasiones de su madre, quien ha practicado este deporte durante toda su vida y continúa haciéndolo en las caballerizas del palacio de La Zarzuela, en donde no falla ninguna semana.
Eso sí, la infanta Elena lo intentó todo para que su hija también heredara su pasión. Cuando era pequeña, Victoria Federica montó a caballo durante unos años, para alegría de su madre. Juntas compartieron paseos, consejos e incluso días de competición.
Una época de la que la joven conserva a Dibelunga, una polémica yegua a su nombre, pero no el hábito de montarla a menudo. Es más, el último concurso en el que participó fue en septiembre de 2017 en Guadalajara, hace ahora cuatro años. Una falta de competición que hace presagiar que, al contrario de su madre, Victoria Federica ha decidido colgar las botas y no seguir la gran afición de la infanta Elena desde que era una niña.