Se celebró en Chipiona un acto-homenaje a Rocío Jurado. En realidad, se trataba de reinaugurar la estatua que se erige en su memoria en la localidad natal de la más grande. Allí se reunió prácticamente toda la familia, a excepción de Rocío Carrasco, que no se habla con los Mohedano desde hace mucho tiempo. Los encargados de destapar la estatua, que ha sido objeto de una cuidada limpieza y restauración, han sido los nietos de la cantante, Rocío y David, los dos hijos que tuvo Rocío Carrasco con el ex guardia civil Antonio David Flores.
Así, Rocío y David estiraron la tela que cubría la imagen. David, que a pesar de tener ya 18 años es un niño muy sensible, lanzó un beso a su abuela, fallecida en junio de 2006, y, de repente, rompió a llorar desconsolado. Cuando Rocío Jurado murió él solo tenía siete años y medio, pero debe recordarla y echarla mucho de menos. Su hermana Rocío lo abrazó enseguida para tratar de apaciguar sus lágrimas. Su tía Gloria Camila, también se acercó a él, así como Gloria Mohedano, su tía abuela, quien le secó las lágrimas de sus mejillas.
David Flores es consciente de que algo no funciona en su familia. Pese a que no le falta el amor que le da su padre y su hermana, así como el que le profesa toda su familia materna, él siente la ausencia de su madre del mismo modo que, según reveló a Lecturas Antonio David, la sufre Rocío Flores, su hija, a la que Rocío Carrasco ni siquiera invitó a su boda con Fidel Albiac, celebrada en septiembre del año pasado.
Rocío Carrasco y Rocío Flores no se hablan desde hace más de cuatro años cuando, tras una fuerte discusión, la niña, que entonces estaba a punto de cumplir 16 años, decidió irse a vivir con su padre y la nueva familia de este, Olga Moreno y la hija de ambos, Lola. Desde principios del verano pasado, David también se fue a vivir con su padre.