Gloria Camila afronta su trago familiar más amargo tras 'Supervivientes'

Con gran preocupación, acude a la clínica donde su hermano se recupera de sus adicciones acompañada de su padre y de Ana María Aldón

La aventura hondureña se ha acabado para Gloria Camila y toca afrontar asuntos que no podían demorarse más. Lejos de mantenerse en suspenso, su vida y la de los suyos no se ha detenido. Para ella ha sido toda una experiencia que le ha cambiado por dentro y por fuera, aunque todavía tiene que acabar de asimilarlo todo. Como todo lo que ha sucedido con su hermano José Fernando. Cada uno a su manera, ambos han vivido una experiencia de supervivencia, aunque el reality ha sido un simulacro y lo que ha encarado su hermano ha sido real y más crudo. Imaginamos el impacto que ha tenido que suponer saber que su hermano está de nuevo ingresado en una clínica por los problemas que han desencadenado sus adicciones y el desequilibrio que han causado en su vida y en las de quien están a su lado apoyándole. José Ortega Cano también ha aguantado el embiste de la situación tan desasosegante por no poder explicarle hasta ahora todo lo que ha pasado en su ausencia. Lo máximo que ha podido hacer durante la participación de su hija en 'Supervivientes' ha sido demostrarle lo mucho que la quiere y lo orgullosa que está de ella.

Las peleas con Kiko y su pedida de mano, los roces con sus compañeros, los platós de televisión... se han difuminado en cuanto se ha encontrado con su hermano. Llegaban por separado la clínica San Juan de Dios de Cienpozuelos, en Madrid, donde José Fernando se rehabilita. El diestro de su pareja Ana María Aldón, su gran apoyo en estas semanas complicadas. Gloria Camila se unía a ellos a la entrada vestida informal, relajada, aunque seria y con la mirada oculta bajo unas gafas oscuras.

Gloria no ha querido perder el tiempo. Quiere exprimir cada momento que no le ha dedicado a su familia. Este fin de semana vivía un feliz encuentro con su hermano pequeño José María, su padre y Ana María. Pero la resaca de esa felicidad, de estar de vuelta y estar de nuevo con sus seres queridos no han amortiguado el duro golpe que ha vivido en la clínica. El alivio de volver a abrazar a su hermano y estar a su lado en estos momentos tan complejos, se ha mezclado con el nudo en el estómago de ser consciente de la dura lucha en la que se debate José Fernando. Si sus caras al entrar no disimulaba el rictus serio, a la salida la expresión eran de absoluta preocupación. La historia se repite pero, por suerte, su hermano está en las mejores manos y en el proceso de recuperarse, por todos los que le quieren y le apoyan y, ahora más que nunca, por su hija recién nacida María del Rocío.