El pasado 28 de mayo el mundo de la cultura se quedó un poco más huérfana. En su amada Madrid y a los 93 años, fallecía María Dolores Pradera, figura capital de la música española desde que empezó a forjar su carrera como artista desde 1940. Su talento y carácter como cantante y actriz de teatro la habían llevado a ganarse el sobrenombre de "la gran señora de la canción".
Este martes 13 de junio, María Dolores volvía a ser protagonista de un homenaje póstumo de todos aquellos que la admiraron y la quisieron, y aún lo siguen haciendo. Un funeral multitudinario y emotivo que ha quedado desdibujado nuevamente por la fría relación que mantienen sus hijos y que se hizo evidente ya en la capilla ardiente.
La artista, que estuvo casada con el actor Fernando Fernán Gómez, con quien tuvo dos hijos, Helena y Fernando, fue incinerada entonces en La Almudena, y ahora se ha celebrado una misa en su memoria en la iglesia Virgen de la Milagrosa (Padres Paúles). "Donde ella quería e iba de pequeña", explicaba en el tanatorio su hija.
Fue Helena precisamente quien puso de manifiesto las desavenencias que se habían derivado de la despedida a su madre. “Me hubiese gustado despedir a mi madre en un teatro”, decía entonces a Mujer Hoy. Y es que la actriz sostenía que María Dolores Pradera "merecía una despedida en las tablas y no en el Tanatorio de la M-30. Pero mi hermano no ha querido”.
Hasta la iglesia Virgen de la Milagrosa llegaban por separado ambos hermanos. Helena agradecía a los medios que estaban cubriendo el funeral y se refugiaba en un corrillo de mujeres que asistían a la misa. También llegaba su hermano Fernando, pero ni antes ni después de la ceremonia se saludaron ni se les vio juntos.
Además de admiradores, también se han acercado hasta el templo amigos y compañeros de profesión como Massiel, el productor Enrique Cornejo y el pianista Pablo Sebastián.