Darle el último adiós a un ser querido no es plato de buen gusto para nadie, es un trance doloroso que, tarde o temprano, todos hemos de pasar. Pero despedirse de esa persona que se ha ido para siempre es un último acto de amor, respeto y tributo hacia el fallecido, así como una muestra de cariño incondicional hacia sus familiares y amigos. Por eso ha llamado poderosamente la atención que Fran Rivera no haya asistido al tanatorio –tampoco lo hará al entierro– de su tío José Rivera, Riverita, fallecido en Barbate a los 73 tras una larga enfermedad.