Una semana después del polémico desencuentro entre las dos reinas, Letizia y Sofía, a la salida de la misa de Pascua en la catedral de Palma, se ha producido a las puertas del Hospital Universitario Sanitas de La Moraleja la imagen más esperada del día, de la semana y, casi casi, del año. Doña Sofía, cogida de las manos de sus dos nietas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, llegaban al centro sanitario para visitar al rey Juan Carlos, que el día anterior había sido intervenido de la rodilla derecha.
Si en el día de ayer, la puesta en escena fue la aparición de la reina Letizia y la reina emérita Sofía, juntas y departiendo de modo cordial, la imagen de hoy ha sido la guinda a una semana de especulaciones y comentarios en los que, incluso, se ha llegado a hablar de divorcio en la familia real. Y no un divorcio figurado –como sería el distanciamiento entre nuera y suegra–, sino un divorcio real, nunca mejor dicho.
El desencuentro de Palma causó una de las más graves crisis en la monarquía que se recuerdan. Y la sociedad dividida en dos, quienes apoyaban a la reina emérita, que siempre gozó de una gran popularidad, y quienes se ponían de lado de la reina Letizia, que ha tratado desde el primer día de modernizar una institución anclada en siglos pasados.
Sea como fuere, la familia real ofreció hoy una imagen de unidad muy lejos de la que dieron siete días atrás. Doña Sofía se quedó a comer con el rey emérito Juan Carlos, de modo que los Reyes y sus hijas se volvieron al palacio de la Zarzuela.
Al margen de la polémica entre reinas, el rey Felipe informó a los periodistas apostados a la puerta del hospital que su padre "está mucho mejor y ya ha sido trasladado a planta". Don Juan Carlos fue operado para sustituirle una prótesis en la rodilla derecha que le fue colocada hace siete años, con lo que una vez realizada la rehabilitación podrá moverse con mayor facilidad y estabilidad.