Felipe y Letizia despiden emocionados a Leonor, por Pilar Eyre

Leonor zarpó desde Cádiz en una travesía en la que se enfrentará a unas duras condiciones de vida. Las lágrimas de Letizia en la despedida lo decían todo

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

Felipe y Letizia
Casa Real

Impecablemente uniformado, con la gorra bien encasquetada en la cabeza, alto, imponente, el rey lloraba. Nunca lo habíamos visto así. Era el pasado sábado día 11 de enero y estaba en Cádiz, en la cubierta del buque de apoyo Vigía mientras el Juan Sebastián de Elcano se alejaba con su hija a bordo. 

Alguien le hablaba a su lado y Felipe asentía moviendo educadamente la cabeza, pero con una mano furtiva se limpiaba las lágrimas que, rebeldes, escapaban incontrolables mejillas abajo. Después, intentando disimular, se colocaba bien la visera, se cogía a la barandilla con fuerza hasta que empalidecían los puños y miraba a otro lado, pero su semblante seguía emocionado, pendiente de esa hija que se iba a recorrer las rutas del mar durante cinco meses.

Felipe y Letizia podrán visitar a Leonor

¿Qué pasaría por la mente de Felipe en esos momentos? ¿A qué se debían en realidad esas lágrimas? Es cierto que la mayoría del tiempo Leonor estará en alta mar, pero hará escalas, nueve concretamente, y en cualquiera de ellas puede recibir la vista de sus padres. Además, recordemos que la princesa de Asturias ya lleva cuatro años fuera del domicilio familiar. Dos en Gales, uno en Zaragoza y este curso en Marín.

 

Leonor en elcano
GTRES

 

Esta ausencia, por tanto, no es ninguna novedad, ¡tiempo han tenido de acostumbrarse! Pero quizás por la cabeza de Felipe pasaron las duras experiencias con las que se va a tener que enfrentar Leonor, un desafío totalmente distinto a lo vivido hasta ahora.

Las penurias de Felipe

El programa de la princesa de Asturias es una copia exacta del que él siguió, el 9 de enero del año 1987. En su primera travesía, antes de llegar a Canarias, el barco sufrió una tormenta espantosa, ya que hay una zona de galernas más allá de Cádiz que suelen aflorar en esta época del año. 

Felipe, un joven imberbe de 19 años que había crecido entre algodones, se tuvo que levantar a medianoche para su primera guardia y cuando salió a cubierta, una ola lo tiró al suelo y se dio un gran golpe en la cabeza. Dos horas más tarde de incesante lucha contra los elementos, otra ola se estrelló contra la proa y rompió un palo, pero hasta cuatro horas después Felipe no pudo volver a su litera. Empapado, exhausto, aún tuvo que ayudar a los compañeros que se mareaban y habían llenado la camareta de vómitos. 

Allí Felipe no era príncipe, era un crío agotado que se enfrentaba solo, sin
la ayuda de mamá, ni de preceptores, ni de asistentes, a cinco meses sin privilegios.

Felipe, Letizia y Leonor
Casa Real

El recuerdo de Letizia

Cuando el sábado pasado cantaron la salve rociera, el Juan Sebastián de Elcano soltó amarras y los cadetes ondearon al viento las gorras, los reyes parecían muy pequeños y frágiles en el muelle diciéndoles adiós. Y fue entonces cuando se vio a Letizia más emocionada, hasta el punto de que su marido, en un gesto inusual, la cogió por el hombro y la mantuvo así varios minutos, apoyándola y al mismo tiempo protegiéndola.

Como en el caso de Felipe, quizás la imaginación de Letizia estaba lejos. Y recordaba quién era ella a los 19 años: una estudiante de periodismo con ganas de comerse en el mundo, que vivía con su novio una relación apasionada y que se sentía tan libre e irresponsable como cualquier veinteañera. A diferencia de Leonor, su futuro estaba por escribir y todos los sueños parecían posibles...

Puedes leer el blog de Pilar Eyre, al completo, en el nuevo número de la revista Lecturas.