Cuatro ojos. Feo. Gorda. Torpe. Rara. Este son los buenos día que reciben millones de niños al entrar por el colegio. Sus acosadores, escudados en su pandilla, se ven más fuertes y, a menudo, la toman con el que consideran diferente. Para ellos es el rival más débil, y no demuestran ninguna piedad con él.
Muchos de estos matones terminan convirtiéndose en gente gris, resentida y amargada, con unas enormes carencias de autoestima, mientras que aquellos a los que pisaban suben a estrados a dar discursos, son líderes de opinión o triunfan en sus carreras. Algunas se han convertido en ganadoras de un Oscar, como Jennifer Lawrence, o han construido un imperio basado en los alimentos ecológicos, como Jessica Alba. Otros han vendido millones de copias de su música, cuando años atrás sus primeras canciones servían solo como mofa de sus compañeros. Justin Timberlake y Demi Lovato deben de estar deseando contarles cómo les ha tratado la vida a esos gallitos y gallitas que les hacían la vida imposible en la Secundaria.
El ‘bullying’ es algo que nos afecta a todos, puesto que, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos topado con él. Erradicarlo parte de la educación que le demos a los niños, del ejemplo que reciban de sus padres, de celebridades o de otros menores mayores. Ya no se tratan de bromas pesadas. Cuando la vida de cientos de niños corre peligro, hay que tomar cartas en el asunto. Así es como se ha popularizado la campaña #Nipasonimepaso, con la que famosos patrios han puesto de manifiesto el problema que existe en los centros escolares, queriendo servir como referentes a todos sus seguidores más jóvenes.