El 23 de marzo, Santiago Cañizares pronunciaba las palabras que jamás habría querido pronunciar: “Mi hijo Santi ha fallecido”.
Sumido por una enorme tristeza, el famoso guardameta empleaba las redes sociales para hacer llegar a todos la noticia, “creo que he de ser yo quien os lo cuente, en agradecimiento por todas las muestras de apoyo y cariño que he recibido de vosotros”. Desde que se hizo pública la enfermedad del pequeño, de solo 5 años de edad, los gestos de cariño para con la familia habían sido continuos. Amigos de la profesión, seguidores o simplemente personas que se sintieron conmovidas por lo sucedido le hicieron llegar mensajes de fuerza y ánimo.
“Se ha marchado rodeado de paz, y habiendo comprendido su misión en estos cinco años que nos ha acompañado”, dice de una manera dolorosísima. Hacía menos de 15 días, el deportista le dedicaba estas otras palabras a su “campeón”, “cada paso que das es una lección, no te detengas que al fondo está la luz”.
El pequeño llevaba enfermo desde hacía un año, y, desde entonces, el ahora comentarista se había volcado con Santi. Él, al igual que sus otros hijos, siempre había sido una prioridad, pero en esta situación lo era especialmente