Sevilla. Fabiola ya se ha instalado en la capital andaluza con su marido, Bertín Osborne, y sus dos hijos, Kike (6) y Carlos (4), para pasar las vacaciones. Es verano. La exmodelo aguanta estoicamente un calor sofocante mientras se prepara para la sesión de fotos.
Hoy, cuando posas de nuevo como modelo, ¿echas de menos tu vida de soltera?
-No. Lo que echo de menos es bailar. Y ese momento al final del día, cuando te relajas con unos amigos, tomas una cerveza y te vas a casa nueva.
¿Y por qué no lo haces?
-Me veo como desfasada. Ahora bailo con los niños en casa, les pongo música.
¿Cómo va la fundación que creaste con Bertín para ayudar a los niños con lesiones cerebrales y a sus padres?
-Está creciendo. No hay mayor satisfacción que cuando una madre te cuenta un avance –que su hija mastica o ríe–. El día que la Fundación cumpla todos sus objetivos y Kike dé sus primeros pasos, ya será perfecto.
¿Tienes momentos de bajón?
-Como todo el mundo. Hay días que estás practicando un ejercicio para que camine y piensas: ‘para qué, si igual no logramos que ande. ¿Y si lo estoy machacando?’ Hay que vivir al día, sin adelantarse.
Pareces muy sensata…
-No he tenido tiempo de sentarme en una esquina a llorar y preguntarme por qué ha pasado esto. Mi meta es mañana, no voy más allá.
Las parejas rompen al enfrentarse a casos como el vuestro.
-La mayoría de veces son las madres las que se quedan con el niño y el padre desaparece. Los médicos nos contaban que a medida que daban noticias sobre la evolución, los padres se desvinculaban.
¿Cómo lo vivió Bertín?
-Para él fue una sorpresa ver mi reacción. Cuando me preguntan por el secreto de nuestra pareja pienso que cuando quieres a una persona y la admiras, esa combinación incluye un respeto en mayúsculas. Y no me refiero a la fidelidad. Kike nos ha ayudado a conocernos profundamente a nosotros mismos y el uno al otro.
Con lo que vives, ¿una infidelidad sería una banalidad?
-¡Ah, no! ¡Eso ni de broma! (Ríe).
¿Lo aguantarías?
-(Se queda pensando) Ojos que no ven, corazón que no siente. La fidelidad es una utopía. ¿Dónde está el límite? Es complicado. Hay muchas parejas que se asfixian por cumplir reglas estrictas.
¿Te gusta gustar?
-El ser humano necesita saber que gusta. Me gusta que me miren por la calle. No por ser la mujer de Bertín, sino porque piensen ‘¡qué chavala!’
¿Y a Bertín?
-Bertín es coqueto, no sé si por necesidad o por costumbre. Es así. Él se siente bien gustando.
Si fuese carpintero, ¿crees que también sería así?
-Completamente. Seguiría en su línea. Pero cuando quieres a una persona, la quieres con todo.
¿Os habéis peleado a causa de su coquetería?
-Nunca. Jamás. Discutimos por otras cosas.
¿Es importante decir de vez en cuando te quiero?
-Parecemos unos cursis, porque me dirijo a Bertín como mi amor, mi vida. Pocas veces lo llamo Bertín. Somos muy de besos y de contacto físico.
¿Cómo entiende Carlos que su hermano es distinto?
-Lo hemos llevado con naturalidad. Se bañan, cenan y juegan juntos. Carlos respeta a Kike y le da su espacio. El otro día le dijo que tenía que aprender a andar para poder jugar al fútbol. Nunca me ha preguntado qué le pasa.
¿Eres religiosa?
-Cuando nació Kike necesité aferrarme a algo. Comencé a llevar estampitas, a rezar. He renovado mi fe, no en la iglesia sino en la necesidad de creer en algo superior que nos ayuda a ser fuertes. Mi marido, también.
Hay gente que solo tiene la fe.
-Es cierto. Por eso La Fundación les ayuda a conocer las terapias y formarse y les pone en contacto con otras madres.
¿En qué trabajáis ahora?
-Estamos creando una red de voluntarios. Las familias pueden solicitar la ayuda registrándose en la Fundación. Los voluntarios estarán formados e irán a las casas. Para los niños es bueno ver gente joven que aporta un respiro. Y en octubre hay nuevos cursos. (Pueden consultarse en www.fundacionbertinosborne.org).
Estáis en vuestra finca sevillana. ¿Pasaréis aquí el verano?
-Sí. A Bertín le encanta encargarse de la tierra y hasta va con Carlos en el tractor. A Kike le apasiona la piscina. ¡Hay que verlo con Carlos, los dos con sus churritos de goma! Pero Bertín y yo haremos una escapadita de novios.
¿Cómo recuerdas tu llegada a la finca?
-Vine a hacer una sesión de fotos y no sabía que era su casa.Me di cuenta al empezar a salir.
Ahora es tu casa.
-Madre mía. ¡Con lo que ha pasado por aquí! Si las paredes hablasen… Aquí venía Bertín cuando era soltero, con sus amigos, organizaban fiestas…
¿Ha cambiado mucho?
-Bastante, pero los amigos de verdad siguen viniendo. Antes era la casa de un soltero y ahora es un hogar. ¡A más de uno le he fastidiado el chiringuito!
¿Sientes la casa como tuya?
-Me siento un poco turista (bromea). ¡Yo no estaba cuando se eligieron los muebles!
[AQUÍ puedes consultar más información sobre la Fundación Bertín Osborne e informarte de cómo colaborar]