Te doy un beso. Luego digo que no. Te rehuyo. Me acerco. “Eres mi mejor apoyo” y vuelta a empezar. Anita Williams y Montoya, en ‘Supervivientes’, se han visto arrastrados a esta rueda infinita de malestar y toxicidad. No lo decimos nosotros, lo dice Lara Ferreiro, terapeuta de parejas.
“Este tipo de relaciones se llaman boomerang, de ida y vuelta”, nos explica la psicóloga. “Es decir, por un lado, tienen muchísimas heridas sin sanar, no les ha dado tiempo a hacer ese proceso de curación desde que salieron de la isla; pero, por otro lado, también se quieren. Las relaciones tóxicas son como las drogas, son superadictivas”.
En estas parejas, pasión y dolor se mezclan y confunden; dejando a sus protagonistas emocionalmente agotados, ya que esa misma persona que adoras, es la misma que también te ha provocado muchísimo dolor.
Todos los ingredientes para un cóctel explosivo
A esto se le suma el lugar en el que están. Anita Williams y Montoya llevaban desde enero sin compartir espacio, sin verse, sin tocarse, y sin recordarse. Su verdadero encuentro ha tenido lugar en ‘Supervivientes 2025’, donde los dos se han reencontrado bajo unas circunstancias adversas y en las que todo se intensifica. Si a esto le sumamos, como bien indica Lara, las “personalidades explosivas” de ambos, tenemos un cóctel inflamable, que puede detonar en cualquier momento.
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“El 70% de las relaciones a día de hoy son tóxicas, y estas son más adictivas que la cocaína”, advierte la autora de ‘¡Ni un gilipollas más! El método definitivo para quererte y encontrar a tu pareja perfecta'. “El ciclo de las relaciones tóxicas es: explosión de amor y sexo, peleas, cuernos, rupturas, relaciones tiritas con otras personas de transición y vuelta a empezar. Anita y Montoya están ahora mismo en ese inicio de explosión de amor, de oxitocina”.
Estamos ante una situación de refuerzo intermitente. De un día estar bien y dos mal. De que los supervivientes segreguen adrenalina y dopamina, enganchados a este placer de estar juntos.
Montoya toma el control
Pero, ¡cuidado! Todo no es tan sencillo. Entre ellos hay un desgaste previo, y lo que Lara tacha de “control desequilibrado”, en el que Anita busca continuamente la aprobación de su expareja y él le da atención solo cuando le conviene, provocando el ‘enganche’ de esta.
“Él tiene actitudes posesivas como si a ella le perteneciese. Montoya sabe cómo llevarse, tanto a la audiencia como a Anita, a su terreno. El suyo es un amor intermitente y líquido, como una montaña rusa emocional. Tiene momentos de cariño, de reconciliación, parecen sinceros, pero luego vuelven los conflictos, el control y los reproches. Montoya parece que le da amor cuando le conviene, para que Anita siga enganchada. Y ella, a pesar de sus constantes decepciones, sigue buscando aprobación de Montoya y es dependiente emocional, esta adicción emocional”.
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A todo esta mezcla explosiva hay que añadir otro ingrediente peligroso más: la culpa. La inseparable compañera de Anita Williams desde que salió de ‘La isla de las tentaciones’ y la audiencia le colgó el cartel de la ‘malísima de España’. Ella aún no ha sabido perdonarse y, amparada en este sentimiento, busca la redención vía su expareja. “Siempre trata de dar con la validación de él, que le justifique. Y esta es otra de las maneras en las que ella sigue enganchada a esa relación”.
Y, a pesar de todo el dolor, ellos se buscan. Se unen frente a la adversidad. “Son el refugio del otro, lo que aumenta el enganche entre ambos”. Ellos incumplen normas, se saltan vallas y hacen lo indecible para seguir unidos. “Ojalá todos los castigos fueran como este”, dijo Montoya con una sonrisa cuando les ‘condenaron’ a estar juntos en una ‘jaula’ de pequeñas dimensiones.
Reconciliación a la vista
Ante este panorama, una gran duda en el aire: ¿habrá reconciliación oficial entre Anita y Montoya? Lara Ferreiro considera que el segundo no se lo va a poner nada fácil a su ex. “Puede sentir que se esté defraudando a sí mismo porque ella le ha hecho mucho daño. Tampoco desea defraudar a su familia ni a sus seguidores. Tiene miedo de perder la popularidad que ha ganado porque sus seguidores le siguen a él gracias a que él dejó a Anita. Entonces, es como un macho alfa reforzado. Y, además, tiene terror a que ella vuelva a herir su virilidad, su hombría, su ego”.
Aun así, Ferreiro no lo da todo por perdido. Todavía cree que hay posibilidad para un perdón. Pero, eso sí, al final del concurso. “La grandísima reconciliación puede venir al final de todo, cuando ya se sientan ganadores. Si lo hacen antes, podrían decepcionar a los que los han apoyado, así van a ir dando pasitos”.