Este es el artículo más difícil de mi vida. Hablar de mi madre y de su pérdida es el mayor desgarro. Debo hacerlo porque es mi trabajo y así lo hubiera querido ella, a pesar del dolor y de su ausencia. Ha muerto María Teresa Campos pero, para mí, ha muerto nuestra madre. Sé que la gente lo entiende. Sé lo grande que ella era, pero nunca lle- gué a alcanzar en mis pensamientos la dimensión que iba a tener su marcha. Mi madre ha sufrido, durante casi once meses, el mayor espanto de la vida de cualquier ser humano. Su cerebro la devoró y su cuerpo la consumió.
He rezado, muchas veces, para que se fuera. Igual os parece monstruoso y, hoy que ella ya no está, me lo parece a mí. ¡Sé que era lo mejor para ella! Mi madre era mi amor, mi referente, mi maestra y mi protectora. Soy lo que soy gracias a ella, porque mi padre se fue cuando yo tenía solo 18 años. Ella supo ser padre y madre a la vez. Jamás juzgamos a nuestra madre ni la cuestionamos por la muerte de nuestro padre. Eso para ella era muy importante. Estoy segura que no fue fácil para ella convivir y sacar adelante a sus dos hijas en Madrid. Una ciudad que no era la nuestra. Al principio todo era más complicado que en Málaga. No estábamos en nuestro entorno, ni teníamos cerca a nuestra familia. No fue una etapa de color de rosas: lo mismo tenía un buen sueldo y un plus y luego se lo quitaban.
Mi madre nos sacó adelante a todos. Ella nos ha dado el mayor bienestar no solo a nosotras sino a TODA su familia. Cuando alguien necesitaba algo, ella siempre ha estado ahí. Ese era su mayor orgullo. Ella solo ganó dinero para darlo y cuidar a los SUYOS. Se ha ido María Teresa Campos y estoy muy orgullosa y agradecida de los homenajes y de los comentarios que se han hecho estos días...
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