Maite Galdeano ha concedido una entrevista en exclusiva a ‘Lecturas’ en la que ha hablado con total sinceridad sobre el cáncer que padece. Fue su hija Sofía Suescun la que nos contó hace unos días que su madre tiene esta enfermedad, y ahora ha sido la propia Maite la que ha querido abordar diferentes cuestiones al respecto. Entre ellas, uno de los peores momentos del proceso, que fue cuando le dieron el diagnóstico.
Maite Galdeano nos ha contado que en su día se planteó el suicidio. Al preguntarle por el tema nos ha dicho que “me lo planteé en Pamplona cuando me diagnosticaron esto”. Algo a lo que ha añadido que “me fui a las vías del tren”. Y no se ha quedado ahí. La madre de Sofía Suescun nos ha contado que además de hacer esto, “al saber lo fuerte que era esta enfermedad, pensé: “Con dejar de tomar la medicación, me da un trombo y ¡ciao!”. Dejé la medicación, me abrazaba a la hematóloga llorando las dos y me dijo: “¡Pero qué has hecho! Ahora te has jodido toda la sangre. Venga, pasa a la sala y que te quiten medio litro de sangre”. Me jodí todo”. Unos pensamientos que con el paso del tiempo fueron cambiando por la razón más poderosa de todas, su hija.
Maite Galdeano nos ha relatado otro de los episodios más duros de su enfermedad. “Al quitarme todas las pastillas, me mareé, me caí al suelo. Cuando me desperté, no sabía lo que había hecho y me fui corriendo al hospital, estaba yo fatal. La hematóloga me echó una bronca de cuidado y yo diciéndole que me quería suicidar: “¡Me quiero ir, no aguanto esta puta vida!””, nos ha contado sobre otro de los instantes más destacados que no terminó ahí. “Le pedí que me hicieran lo que fuera, un trasplante de médula, pero ella me dijo que con un trasplante de médula había un 99% de riesgo de morir. Me dijo: “Si quieres te lo hago, pero es una caja de pino sí o sí”. Entonces, me empecé a relajar”. Una relajación que fue a más al pensar en Sofía Suescun.
Tal y como nos ha contado Maite Galdeano al preguntarle qué fue lo que le hizo cambiar, “mi Sofía, como siempre, ella me quitó la idea del suicidio de la cabeza. Me di cuenta de que tenía que luchar por ella, aceptar la puta enfermedad, hacer lo que me dijera la hematóloga y punto pelota”.