Hace solo unos meses, el baile de debutantes de París, Le Bal, presentaba a una joven princesa de origen español entre sus participantes. Rubia, con rasgos dulces y un gran sentido para la moda heredado de su madre. No, no era Leonor. Se trataba de Eugenia de Borbón y Vargas.
La nieta de Carmen Martínez Bordiú, que durante años estuvo casada con Alfonso de Borbón y Dampierre, el heredero al supuesto trono francés, llega a los 18 años convertida en una adolescente con ganas de despuntar entre las ‘socialités’ del momento, de ahí su interés de participar en uno de los acontecimientos sociales más importantes entre personalidades y aristócratas.
Eugenia, con una puesta de largo muy parecida a la de su abuela
Eugenia nació en Miami hace 18 años. Toda la familia vivía en Estados Unidos hasta que, en 2010, tomaron la decisión de regresar a Madrid. Tanto la joven como sus hermanos menores han desarrollado toda la etapa escolar en España, donde, además, han podido alimentar la pasión por la hípica y el mundo de los caballos, una tradición heredada, tanto por parte de madre como de padre.
Gracias a este traslado, los Borbón pudieron estar más cerca de sus raíces españolas, y Eugenia compartir momentos con su abuela paterna, Carmen, que, al igual que ella, también fue una de las jovencitas con mayor proyección internacional y mejores contactos.
En 1969, cuando Carmen Martínez Bordiú alcanzó la mayoría de edad, también vivió una puesta de largo por todo lo alto. No obstante, procedía de la familia más importante del régimen, los Franco. Los 18 años de la nieta del dictador fueron celebrados por todo lo alto con gran pompa y boato. Un total de 700 personas fueron invitadas a esta gran fiesta en la que la homenajeada lució su primer vestido de fiesta. Su gran paso de la niñez a la edad adulta estuvo marcado por una memorable pieza de alta costura diseñada por Pedro Rodríguez. De esta manera, la ‘nietísima’ decía adiós a las muñecas para abrazar el juego de los eventos y las ‘soirés’.
Un homenaje a su madre
Cuando en otoño del 2024 se anunció que, 55 años después de aquello, la nieta de Carmen también sería una mujercita que daría sus primeros pasos en las fiestas de la alta sociedad, muchos creyeron ver que la historia se repetía de nuevo.
“La presentación de Le Bal 2024 empieza con los preparativos en Madrid de doña Eugenia, su Alteza Real, eligiendo un vestido de la firma Carolina Herrera Couture”, se leía en el post de Instagram en el que se anunciaba su participación en el gran evento de las niñas bien de todo el mundo.
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Le Bal recoge la tradición de las puestas de largo de antaño, pero con el giro empoderante del siglo XXI. O, al menos, así lo pretende su fundadora, Ophélie Renouard, que asegura que este evento, a diferencia de los que tienen su origen a principios del siglo XX, no está pensado para encontrar marido, sino para que estas jovencitas prometedoras presuman de talentos.
Lo cierto es que este movimiento de la adolescente sorprendió a todos. Y es que los padres de Eugenia son extremadamente discretos y jamás han querido hacer alardes de su posición. De ahí que su anuncio por Le Bal fuera de máximo impacto.
La gran fiesta de los hijos de todas las celebridades
En noviembre de 2024, Eugenia de Borbón y Vargas se unió a una larga lista de ‘hijas de’ que ya habían desfilado y bailado en el hotel Shangri-La antes que ella. Nombres como Cristina y Victoria, hijas de Julio Iglesias, Scout, de Demi Moore y Bruce Willis o Apple descendiente de Gwyneth Paltrow y Chris Martin. En esta ocasión, ella fue la única española y la única con tratamiento de Alteza Real.
Aquella noche de noviembre, Eugenia de Borbón sorprendió con una pieza muy especial ‘heredada’ del armario de su madre y en guiño a los orígenes venezolanos de esta. Un elegantísimo vestido firmado por Carolina Herrera, elaborado en gasa y con bordados metalizados. En su cabeza, una tiara. La única que se vio en todo el baile.
Al tener categoría de princesa, la nieta de Carmen Martínez Bordiú pudo lucir una corona, a diferencia del resto de participantes. Pese a que en un primer momento se especuló con la idea de que la pieza perteneciera al joyero de su abuela, lo cierto es que se la prestó una histórica marca de joyería que patrocinaba la fiesta.
Han pasado cuatro meses desde entonces y, pese a que entonces se habló de que este sería el gran salto a la fama de la jovencita lo cierto es que ella siguió manteniendo el mismo perfil bajo que hasta entonces. También es verdad que aún tenía 17 años, por lo que no había alcanzado la mayoría de edad.
Lo que sí que parece claro es que Eugenia seguirá fiel a su rutina de clases y entrenamientos. La nieta de Carmen Martínez Bordiú es una espléndida amazona, ya que lleva practicando los saltos desde que era una niña. Puede que, si así lo desea, encamine sus pasos a profesionalizarse y a convertirse en una espléndida jinete. Y si tiene que alternarlo con algún que otro evento de relumbrón lo hará de maravilla, ya hemos visto lo bien que es capaz de manejarse en estas lides.