Ni el terrible accidente que sufrió en el 2008, ni la dolorosa recuperación, ni las consecuencias en su carrera profesional han logrado que Esther Arroyo pierda su alegría y positivismo contagiosos. “Siempre he visto el lado bueno y lo sigo viendo, a pesar de todo”, comenta. Los viajes y el mar son dos ingredientes esenciales en la vida de la actriz, modelo y presentadora. “Incluso cuando aún estaba en silla de ruedas necesitaba moverme, salir, ir a algún lugar nuevo. Y en cuanto al mar... En otra vida he debido de ser pescadito porque no puedo vivir sin él”. En su vida actual no faltan los proyectos: es jurado en el programa ‘Original y copia’ de Canal Sur y se prepara para cantar. “Tomo clases, pero no tengo muchas esperanzas de llegar a nada serio”, explica entre risas.
¿Cómo es que una andaluza conoce tan bien el cabo de Creus?
-Cada verano, desde pequeña, veraneaba en el sur de Francia y bajábamos hasta esta zona. Es preciosa, pero todavía tengo mucho por conocer. En este momento de mi vida me apetece viajar a lugares tranquilos, fuera de temporada, que es cuando ves el verdadero espíritu del lugar. Y estos pueblecitos de la Costa Brava son preciosos.
Y una apasionada del mar le debe gustar viajar en barco...
-El viaje en llaüt (un barco de pesca a vela) desde Port Lligat ha sido delicioso, pero sobre todo la visita a la Cueva del Diablo. Es un lugar especial en el que te sientes como un pirata. El otoño en el campo es espectacular pero en el mar también se nota en el color del agua, la luz especial...
Creo que te encanta visitar iglesias y edificios religiosos.
-Si, es otra de mis pasiones, entrar y ver la arquitectura, los retablos... El monasterio de Sant Pere de Rodes tiene unas preciosas vistas al Port de la Selva y Llançà. Esas piedras proyectan una energía especial.
¿Con qué te quedas de esta parte de Cataluña?
-Con su espíritu. Los sitios de la costa, donde te acogen, y los pueblecitos son mágicos. Ah, también me encanta su gastronomía. ¡Quiero probarlo todo!
Pasión por la cocina de proximidad
En Figueres, cerca del museo Dalí, está el restaurante Antaviana, que forma parte de La Cuina del Vent, un colectivo gastronómico del Alto Ampurdán que reúne a profesionales y establecimientos de alta calidad. Este restaurante de Km 0 que pertenece al movimiento Slow Food es el lugar que Esther eligió para reponer fuerzas en su viaje. “Recomiendo su carpaccio de foie, el cordero asado a baja temperatura y el bacalao. Todo riquísimo y con una materia prima exquisita. Además, el local es precioso”.
Por Rita Abundancia. Fotos: Teresa Peyrí y Elcasanelles y Francesc Guillamet.
Producción: Patricia Puig de la Bellacasa. Produccion vídeo: How Audiovisual & Multimedia. Agradecimientos: Restaurante Antaviana, Asociación Gastronómica La Cuina del Vent.