“El matrimonio fue un fracaso absoluto”. Ahora que se cumplen 15 años del famoso ‘cese temporal de la convivencia’, vuelve a la mente de todos la que fue la primera gran boda de la Casa real española y, también, el primer gran divorcio. La infanta Elena se casaba en la catedral de Sevilla con Jaime de Marichalar y rivalizaba con la boda de Rocío Jurado y Ortega Cano para convertirse en el enlace del año -cada uno, claro, en su propia categoría-. La hija mayor de los reyes Juan Carlos y Sofía iniciaba una nueva etapa en su vida que no acabó como ella esperaba. “Tuvieron dos hijos y la infanta se convirtió en una señora elegantísima, pero fue un fracaso”, explica Pilar Eyre en su columna en ‘Lecturas’. Y es que los coletazos final del matrimonio Borbón Marichalar fueron de todo menos sencillos…
“El ataque cerebral modificó el carácter de Jaime. Pasó de ser un hombre exquisitamente educado a una persona malhumorada, iracunda, capaz de expresar las mayores inconveniencias”. El ictus que sufrió Jaime de Marichalar mientras pedaleaba en una bicicleta estática fue el detonante de un cambio en la vida del entonces duque de Lugo. Así lo desvela Pilar Eyre en su última columna. “Ahí empezó un infierno, para él, pero también para ella”. El marido de la infanta se transformó. Cambió de carácter e hizo que fuese la que era todavía su mujer la encargada de allanar el camino que iba revolucionando.
“Jaime soltaba todo lo que se le ocurría”, afirma la periodista. “Sin filtros. Desde llamar fea a una señora a decirle a otra que iba mal vestida, y su mujer trataba de arreglar sus desaguisados y sufría horriblemente”. Llegaba este trance en el peor momento para la pareja. Ya antes de que sufriese el ictus, la infanta Elena pretendía terminar con su relación con Jaime de Marichalar. Fue el propio rey Juan Carlos quien frenó a su hija. “Daría una imagen tremenda de la familia si lo abandonaba en esos momentos”, aseguraba el emérito a sus íntimos.
Apartado de la Familia Real
Ya mucho antes de que la nueva estructura de la Familia Real no dejase casi margen a la presencia de las infantas Elena y Cristina ni a sus respectivos maridos, ya Jaime de Marichalar no encontró demasiado encaje en su familia política. No son pocos los cronistas de Casa Real que restaron el poco cariño con el que la entonces familia recibió a Jaime de Marichalar. Nunca encajó y, sin duda, la primera gran crisis matrimonial de la institución no ayudó a que en Zarzuela se sintiese algo de simpatía por el yerno del rey.
Ya antes del enlace de Felipe y Letizia, tal y como ha contado Pilar Eyre en diversas ocasiones, la infanta Elena volvió a reunirse con su padre para terminar con el infierno en el que se encontraba. El terremoto que había supuesto el compromiso del heredero al trono con una periodista, además, divorciada, era ya mucho más de lo que la Corona podía asumir. ¿Cómo sobrellevar una ruptura oficial de la primogénita de los monarcas? La infanta esperó un poco más en ese limbo en el que se encontraba.
Una vez dado el paso, las vidas de la infanta y Marichalar no han vuelto a encontrarse. Ni siquiera con los muchos problemas que les han ocasionado sus hijos Froilán y Victoria Federica. Es esta última a quien siempre vemos acompañando a su padre en desfiles y eventos. Distancia y poco amigable con la prensa, el mal carácter que supuso el fin precipitado de su relación con la hoy hermana del rey sigue marcando la trayectoria de Jaime de Marichalar. Algo que, además, parecen haber heredado sus hijos.