La prueba de recompensa de este jueves en 'Supervivientes' fue muy caótica, pero lo que le quedó claro a la audiencia es que esta edición sin Juan Miguel y Alba Carrillo hubiera sido de lo más descafeinada. Por separado, han regalado momentos estelares. En el caso de la modelo, desde que no está su madre Lucía, se ha anotado muchos puntos y se ha sabido ganar la simpatía del público. Por lo que respecta al peluquero, posiblemente no gane, pero se ha ganado un lugar muy importante en el 'corazoncito' de los espectadores y de sus compañeros. Si por separado han conseguido todo eso, juntos son un auténtico polvorín y protagonizaron uno de los momentos más hilarantes del año televisivo.
A Juan Miguel le cuesta poco 'revolucionarse' y liarla para regocijo de todos y si además cuenta con la complicidad, en este caso de Alba, se convierte todo en el combo perfecto. Y si hay barro de por medio, el delirio puede ser épico. Antes de que se unificaran, Cielo e Infierno se estaban jugando una ducha con agua dulce y jabón y un masaje en la playa. ¿Cómo debían conseguirlo? Metiéndose en una piscina llena de barro y esperar a que un compañero le retirara el barro del cuerpo. El equipo que más barro acumulara, ganaba.
Llegaba el turno de Juan Miguel, que disfrutaba como un cerdo en un barrizal revolcándose en el barro... ¡y metiéndoselo dentro del bañador! Al otro lado le esperaba Gloria Camila. Ni cara de circunstancias ni reparo alguno. Los concursantes ya han integrado el espíritu del superviviente y querían a toda costa esa ducha y ese masaje que les iba a sentar de maravilla. Tanto daba que la hija de Ortega Cano tuviera que escurrir el cuerpo serrano del peluquero arrancando las risas en sus compañeros y en plató.
Pero el verdadero espectáculo estaba por llegar. Alba Carrillo se metía en la piscina y se embadurnaba bien de barro. Y Juan Miguel entraba en acción. Mano por aquí, mano por allá... y manos que se acababan alojando en su pecho ¡y dentro de la braguita del biquini de la modelo!
A Carrillo le pillaba por sorpresa, pero lejos de molestarse, no paraba de reír por la situación surrealista. Si tenía que pasar por ese 'magreo' ejecutado al milímetro para ganar, no tocaba ponerse exquisita. La prueba ya llamaba a ello y, por lo tanto a abandonarse a pasarlo bien, pero dado que Juan Miguel no insiste con otras intenciones menos decorosas, ha quedado todo en mera anécdota. Finalmente, se hicieron con la victoria.