Enrique Ponce y Ana Soria son la pareja del momento. Los enamorados siguen exprimiendo el verano con románticas estampas, ignorando las informaciones sobre ellos. El diestro ha demostrado que está muy integrado en el grupo de veinteañeros en el que se mueve su novia, momentos de desconexión de los dos auténticos huesos que afronta casi a la vez: su divorcio de Paloma Cuevas y el afianzamiento de su relación con Ana Soria. En Lecturas, analizamos cómo los movimientos que están realizando todos los actores de esta apasionante historia, podrían repercutir en sus futuros inmediatos.
Nada parece resultar fácil en su amor, salvo sus demostraciones de cariño con un mensaje claro: juntos son más fuertes. Enrique y Ana hacen oídos sordos a las explosivas declaraciones de Joaquín Giménez, un joven de 25 años de Almería que asegura haber sido pareja de Ana hasta el verano de 2019. “A ella la veo impactada, ilusionada, pero, por la diferencia de edad, no sé si va a llegar lejos. No le veo futuro”, ha deslizado.
Palabras de un ex, en cualquier caso, previsibles. Sin embargo, no ha sido el acontecimiento que más ha llamado la atención en la historia de amor del diestro y su nuevo amor. Tras presumir de novia durante casi dos meses, Ponce ha 'borrado' a Ana en sus redes sociales. No hay ni rastro de ella. Ni una foto. Tras este gesto, ha trascendido que las ha borrado por prudencia, pues a Paloma Cuevas le preocupa que esas imágenes puedan afectar a sus dos hijas, de 12 y 8 años. La firma del divorcio está cerca, será a finales de este mes de septiembre, y el deseo del exmatrimonio es que se siga manteniendo el proceso en los mismos términos cordiales.
A la vez que se resuelve esta cuestión, el torero avanza en su relación con Ana Soria, cuyo siguiente paso es fijar el que será su nido de amor. Enrique ha alquilado con opción a compra una casa en San José, muy cerca de Cabo de Gata, donde viven los padres de Ana. Por su parte, Paloma está centrada en poner orden en su nueva vida y son muchas las incógnitas alrededor del domicilio que fijará para ella y sus hijas. Por el momento, las niñas empiezan el colegio, obligándolas a volver a Madrid. ¿Quedarán, así, los caminos de Enrique y Paloma bifurcados definitivamente?
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