“Ella es libre, ¿no?”, respondía el soltero de oro Diego Osorio con una amplísima sonrisa y alzando los hombros como muestra de su despreocupación momentos antes de sentarse a la mesa del restaurante Kabuki, donde los joyeros Piaget celebraban una cena privada en honor a la primavera. Porque, hasta hace muy poquito Diego ocupaba el corazón de la modelo Eugenia Silva quien, como pudimos observar en la boda de Israel Bayón, ha vuelto con el primer novio oficial que le conocimos, Alfonso de Borbón. Una pareja que ha sorprendido porque ambos han regresado a sus respectivos brazos tras un lapso de apasionados noviazgos como Pau Donés o el propio Osorio en el caso de ella o Cristina Tossío en el de él. “Que sea muy feliz. Ahora, lo único que me preocupa es que no voy lo suficientemente arreglado”, añadía el joven empresario que reparte su tiempo entre Madrid y Nueva York y, entre rosas rosas y diamantes, vestía de vaquero y con la camisa desabrochada un botón más allá.
Porque las señoras habían echado los restos y estaban deslumbrantes. “¿Cuánto crees que puede valer este collar?”, preguntaba Anne Igartiburu, con un impresionante vestido negro de Denny Rose que dejaba ver una de sus piernas mientras, sobre su pecho, lucía un racimo de brillantes en forma de jaula que quitaban el hipo. “Cuando salía de casa, me ha visto mi niña pequeña y no cerraba la boquita”, confesaba la presentadora entre risas, ahora al frente de 'Corazón' y sin echar la vista atrás a '+Gente'. “Estoy encantada. Trabajo muchísimo hasta las 15.00 y a partir de esa hora, soy enterita de mis tres enanas”.
Como Remedios Cervantes que, en cuestiones de pertenencias, dice que no “sube” a Madrid porque ya “pertenece” a Málaga. “Es donde vivo, donde trabajo, donde tengo a mi gente… Poco me une ya a esta ciudad”. La actriz fue una de las personas que más lloró la desaparición de Rocío Jurado de quien hace menos de una semana se cumplía el séptimo año de su muerte. Su figura en el banco más cercano del féretro de la más grande era la viva imagen del desconsuelo. “Sigo echándola mucho de menos. Todos los días. Era, como dices, la más grande”. Sin embargo, confiesa mantenerse al margen de todo lo que acaece ahora entorno a su familia, el museo que se le dedicó en Chipiona e incluso, a su viudo, Ortega Cano. “Hace mucho, muchísimo tiempo que no hablo con él”.
“Esto, ¡esto es el poder! Con un anillo así, una mujer lo puede todo”, decía María León con un ópalo rosa en su dedo anular que competía en brillo con sus enormes ojos. “Sola. Estoy sola”. “¿Y te gustaría tener un hombre que te regalara joyones así?”. “Los joyones así, mira, con esfuerzo, yo me los compro. Una quiere lo que no puede comprar: amor, chiquillo”, soltaba enfundada en un minivestido granate de Maje y pespuntes negros a modo de herrajes marcando el talle. Como el corsé blanco de Lorenzo Caprile que ceñía el de Mar Flores a modo de chaleco de su esmoquin negro o como el cinturón de Balmain del minikimono de Maribel Verdú. La actriz que se ha llevado todos los premios del año con su madrastra en Blancanieves está a punto de estrenar este fin de semana “Quince años y un día”, de Gracia Querejeta, en la que da vida a una mujer madura. “Soy la madre de un adolescente. Ya. Madre… (risas) Y encima, de un adolescente con problemas que la lleva por el camino de la amargura”.
Y como tal actuó un huidizo cuanto menos Eduardo Cruz. “Eduardo, ¿te podemos hacer una pregunta?”. “No puedo. No puedo contestar”, decía mientras casi corría por los salones del Hotel Wellington. “¿Cómo es ser doblemente tío, de Antonella, la niña de Mónica, y del futuro bebé de Penélope?”, se le preguntó, claro, a la carrera. Y un sonoro “¡Buah, paso!”, que combinaba a la perfección con su aspecto de cantante de rap, hizo eco en las paredes enteladas del hotel.