Es una actriz a la que se la rifan por su gran vis cómica. Yolanda Ramos lleva años en estado de gracia y desde este otoño brilla con sus descacharrantes imitaciones en la quinta edición de 'Tu Cara Me Suena'. Sin embargo, no todo han sido risas y alegría en su vida. Estamos viendo el momento más luminoso de la cómica, pero ha llegado a ella después de mucho trabajo duro y de superar las sombras de una realidad que no la satisfacía. Fue mucho antes de iluminar su camino con su propio talento, antes de dedicarse en cuerpo y alma a lo que es su vida: la interpretación.
Yolanda ha confesado recientemente que vivió sumida en la tristeza cuando veía que se le resistía su sueño de convertirse en actriz. Por aquel entonces trabajaba junto a su padre en la Diputación en Barcelona y reconoce que fue una época en la que estuvo "perdida, muy hundida" hasta el punto de que necesitó hacer terapia. No llegó al punto de la depresión ni de necesitar tratamiento psiquiátrico. Cuesta creer que la misma mujer que estamos viendo estas semanas haciendo de Leticia Sabater, Jean Jacques o El Junco, haya estado sumida en la tristeza. "Los cómicos también somos seres humanos, pasamos por etapas de tristeza y en una época anterior lo pasé mal", afirma. Su tabla de salvación fueron unas clases de sevillanas, donde la descubrieron y empezó a bailar en hoteles. En el momento en que se empoderó como la (enorme) actriz que es, cuenta que empezaron a salirle las cosas. Y es que no hay nada que la voluntad no lo pueda. Entró a trabajar en el famoso 'El Molino' barcelonés y conoció a José Corbacho... y el resto de la historia ya la conocemos.