“Estoy más asentada como mujer y como persona. Por cómo vivo y por cómo me tomo las cosas. Soy una Malú que ya se ha dado muchas hostias por el camino y ya ha hecho callo”. Así empieza la charla entre Malú y Vicky Martín Berrocal. La cantante, después de tres años, se sienta en 'A solas con...', el podcast de Vicky Martín Berrocal, para conceder una de las entrevistas más impactantes del momento. Una confesión en primera persona que nunca antes habíamos podido escuchar.
Recuperada y más segura que nunca, Malú se ve con fuerzas para dar pasos que hace no tanto eran imposibles. Haber tenido que estar en casa reposando, tras la lesión que sufrió, ha sido la medicina que necesitaba para volver a ser la Malú que fue. “Soy la persona más insegura del universo pero cuando me subo al escenario siento un empoderamiento brutal. Y fuera del escenario me hago pequeñita otra vez”, la explica a la diseñadora.
La intérprete da el paso y confesa, por primera vez, los trastornos alimenticios que vivió durante años. Una lucha contra la anorexia que no supo tratar bien debido a los compromisos profesionales que tenía. “Hubiera sido un escándalo mediático y no queríamos que pasara...”, se lamenta. Finalmente, pudo hacerle frente cuando ya no había otro camino. La fuerza de Malú volvió a sentirse, esta vez consigo misma.
La lucha de Malú contra la anorexia
“Trastornos de empezar a comer menos, de obsesión por la delgadez, por estar delgada, por estar físicamente como tenía que ser, y se me fue bastante de las manos”, explica a Vicky en esta charla. “Yo seguía trabajando, seguía con mil cosas, no podía centrarme en eso, y eso estaba, iba y venía, hasta que ya dejó de venir. Hasta que un día dije: “ya está”. La cantante, por fin, se ve en una posición donde puede ser ella misma y abrirse. Es importante no solo para su propio bienestar, sino también para muchas mujeres que pueden estar en su misma situación.
“Estuve un montón de años con el sí y con el no. Quité todos los espejos y los pesos de mi casa para no ver constantemente mi imagen, cosa que es difícil porque te ves luego en otro sitio que no es el espejo”, explica. “Seguí trabajando y una vez íbamos a sacar ‘Guerra fría’ y estuve un mes sin poder dormir”. Fue entonces cuando habló con un amigo médico que le recomendó acudir a un psiquiatra. Fue el paso que necesitaba.
“Fui y en la charla para contarle que no podía dormir le conté que había tenido trastornos alimenticios. Me preguntó y le dije: “A mí en su momento me dijeron que era anoréxica y tal y cual”. Le dije que tenía esa enfermedad y me dio una charla muy chula, bastante corta y tonta, en la que me preguntó a qué edad había empezado”. Las pautas que le dio el psiquiatra fueron clave para que cambiase su percepción de la vida y de cómo se encontraba en ese momento.
La recuperación de Malú
“Tú no eres anoréxica, tú tienes conductas, pero no lo eres. Porque eso se fragua de otra forma, mucho antes. Tú tienes otra cosa”, le dijo el psiquiatra al conocer en profundidad su caso. “Así que llegué a mi casa y dije: “Oye, que no estoy enferma, no me pasa absolutamente nada, se acabó”. Seguí en mi dinámica de no pesarme y hasta hoy”. Emocionada, la cantante reconoce que es un paso muy importante verbalizarlo. “Nunca lo había contado. No sabía ni cómo contarlo porque no lo había contado nunca”, asegura.
Sentarse con Vicky ha sido casi una terapia. Malú es otra y es gracias al trabajo que ha hecho consigo misma. “Yo he tenido una exigencia muy enfermiza conmigo, me he hecho mucho daño a mí misma”, explica. “Al final hacía todo para la música, para la voz, para los conciertos, todo para todo menos para mí. Hacía cosas brutales y parecía que eran terribles. No me valía nada”. Con una trayectoria brutal a sus espaldas, la cantante considera que no ha podido disfrutar de nada. “Decía no a todo. He hecho una cantidad de cosas preciosas y al final siento que las he padecido, no las he disfrutado”.
“La terapia me ha cambiado la vida. No la dejo ni loca, ni en navidad. Invertimos muchísimos dinero y tiempo en hacernos analíticas, pero este [se señala la cabeza] es lo que gestiona todo lo demás y el que se come todo lo que está alrededor”. Desde entonces, desde ese lugar, fue cuando pudo seguir adelante. Y ahora, con una hija, todavía es más importante. “No está mal que nos den de vez en cuando herramientas para gestionar las emociones porque las emociones nos destrozan”.
“Ahora vivo la vida de una forma más real, tranquila, relajada, sin tanto complejo, sin tanto miedo, sin tanta inseguridad”, asegura. Y sin duda, se nota. Incluso en esos momentos en los que temió por no poder volver a ser la misma.
El ejemplo para su hija
"El no hacer comentarios sobre si alguien está gorda o delgada. Cero. Me parece fundamental criar desde ya a una generación que no sepa lo que es “gorda” o “delgada”. Fundamental". Con cuatro años, la hija de Malú es su principal motor para todo. Es la persona por la que vive. "Sacarla al universo es lo que más miedo me da. Quiero quitarle miedos y complejos. Quiero que mi hija se críe libre de miedos y complejos", le explica a Vicky en la última entrega del podcast.
"Llorar de risa me pasa a diario con mi hija, que cada vez me suelta una cosa diferente con esa lengua que tiene y lloro cada día", reconoce. "Y de felicidad, cuando estrenamos con esta gira. Disfruté tanto con el sonido, con el público, con mi banda… Pero hace mucho que no lloro, va a ser verdad que estoy feliz". Malú se ha renovado y así lo siente. Es su momento y no va a dudar en aprovecharlo. Y es desde ese lugar desde el que habla. Una entrevista que no dejará, desde luego, indiferente.