Durante algunas décadas, la fotonovela, nacida en los años de la posguerra como complemento del cine, ocupó las páginas de revistas de todo tipo y gozó de gran popularidad en los países latinos de Europa y América. Pero no todo fueron alabanzas, claro. De hecho, este formato híbrido, a caballo entre el cómic y el cine, llegó a ser denunciado por la Iglesia por pervertir los valores tradicionales, criticado por los comunistas por perpetuar los valores burgueses, denostado por la intelectualidad y odiado por el mundo del cómic.
"A mediados de los sesenta la fotonovela se estanca, por lo que se reinventa. Se popularizan las fotonovelas autoconclusivas en lugar de seriadas, se inicia la fotonovela sexy y la fotonovela giallo", cuentan Manuel Moreno y Maite Zabaleta en 'Criaturas estáticas' (Libros Walden), un ensayo que repasa la historia de un formato que, a finales de los setenta, murió de agotamiento. "La poca reinvención del género a nivel masivo y la introducción de la televisión en la mayoría de los hogares hizo que decayese el interés por las fotonovelas", comentan los autores de un libro que será presentado este viernes día 27 en la primera entrega de la nueva temporada de la 'Sala B' de la Filmoteca Española, un ciclo de sesiones dobles que rescata películas de serie B.
Un mito del destape
En la misma sesión se proyectarán en el Cine Doré dos curiosas películas. La primera de ellas, 'Me olvidé de vivir', una apología del latin-lover mezclada con un largo comercial de viajes, está protagonizada por Julio Iglesias, quien por cierto tuvo su propia fotonovela. La segunda, 'Lucecita', sobre una humilde empleada doméstica que trabaja en una casa de alta alcurnia, está basada en una de las fotonovelas más vendidas en los años setenta en España y cuenta con un reparto lleno de caras conocidas como las de Analía Gadé, Juan Luis Galiardo, Narciso Ibáñez Menta o Eduardo Fajardo.
"Muchos de estos actores hacían fotonovelas o radionovelas para ganarse la vida, porque no siempre hay grandes películas de éxito en la carrera de uno y hay que hacer de todo", comenta a nuestra revista el guionista Álex Mendíbil, máximo impulsor de Sala B. "Lo malo es que muchos firmaban con seudónimos cuando hacían estos trabajos menores, porque se consideraban subproductos y daban mala reputación. En cambio, hoy recordamos mucho más estas películas de serie B, aquí y en todo el mundo, porque son películas de culto y retratos de una época, a diferencia de títulos más prestigiosos de la época que han sido olvidados".
También aparece en el mencionado filme Susana Estrada (75 años), que, además de hacer fotonovelas eróticas y pornográficas, fue la primera artista de España en realizar un desnudo integral sobre un escenario, un striptease."Susana es una actriz icónica para todos los que estamos interesados en el cine de los márgenes", apunta Mendíbil. "Aparte de que es de Gijón como yo y que desde niño oigo historias sobre ella, Susana es ese mito del destape que todos conocemos, con su trabajo como artista y también como feminista militante muy contracultural, y por si eso fuera poco, participó en varias películas de culto, como 'Pasión prohibida', 'El jovencito Drácula', 'La noche de las gaviotas' o 'El maravilloso mundo del sexo'".
Bibliotecaria antes que actriz
"No importa que su carrera fuera más corta", continúa. "En el mundo de la serie B puedes convertirte en un mito con solo una película, por eso se les llama 'películas de culto'. Por poco que hiciera, Susana Estrada llamaba siempre la atención. Todo lo que tocaba se vendía, desde una revista a un LP de música disco. Su canción 'Gózame ya' es otro tema de culto desde hace años en las playlists más exclusivas, antes incluso de que la sampleara Rauw Alejandro, seguramente inspirado por Rosalía. Susana Estada fue una auténtica influencer en su época".
Educada en un colegio de monjas ursulinas, la asturiana contaba 16 años cuando, como tantas mujeres de su generación, se casó para poder abandonar el nido familiar, capitaneado por un militar bastante conservador. Se separó a los 18, estando embarazada de su segundo hijo, y a las dos criaturas tuvo que sacarlas adelante sola. "Yo tuve que trabajar siete días a la semana y pagar a una tata que cuidara a mis hijos porque mis padres me dejaron de hablar por separarme", explicó una vez la artista, que comenzó trabajando de bibliotecaria en el Ateneo Jovellanos de Gijón.
A principios de los setenta se instaló en Madrid, donde enseguida conseguiría trabajo como modelo. Pero su salto a la fama se produjo en 1976, cuando, después de haber aparecido en 'La trastienda', filme que convirtió en celebridad a María José Cantudo, la contrataron para protagonizar el espectáculo 'Historias de striptease', donde parodiaba aquella famosa escena de la película 'Gilda' en la que Rita Hayworth se quita un guante —ella se desprendía de todo menos de los guantes y los tacones—.
El duro peaje que pagó
Después de aquello, Susana se dedicó a producir sus propios espectáculos, y hasta tuvo su propio consultorio sexual en la revista 'Play Lady'. Pero hablar abiertamente de sexo también la llevó a permanecer varios años sin pasaporte ni derecho al voto por delito de escándalo público. Eso, por no hablar de la cantidad de ataques y amenazas de muerte que recibió por parte de carcas —hasta el punto de tener que contratar un guardaespaldas—, y de los continuos comentarios despectivos que le proferían las feministas.
"Hoy se la reivindica como a muchas otras mujeres del destape, pero en aquel momento ellas lo sufrieron mucho y no se sintieron como las heroínas que hoy podríamos imaginar que fueron", apunta Mendíbil. "Susana, además, no fue nunca la actriz dócil que se destapa y sonríe a las cámaras. Ya entonces defendía una independencia y una libertad sobre su cuerpo y su imagen que entonces no se entendía bien, incluso ni por las propias mujeres. Es obvio que en la cultura y toda la sociedad de entonces la mujer no estaba en absoluto acostumbrada a ser dueña de su cuerpo y de sus deseos, así que es normal que lo que ella hacía no fuese comprendido por todos. Aquella España empezaba a cambiar poco a poco, pero venía de una época muy oscura y nada libre, sobre todo para las mujeres".
Durante años, Susana apareció con asiduidad en las revistas del corazón. Hasta llegó a ser portada de una de ellas por un supuesto romance con Ángel Cristo, que entonces acababa de separarse de Bárbara Rey —la asturiana, que al principio jugó al despiste, acabaría negando que entre el domador y ella llegara a pasar algo realmente—. En otra ocasión, cierta publicación se hizo eco de su relación con Carlos de la Heras, que además era su representante —y la persona con la que escribió el polémico libro 'Húmedo sexo'. "Llevamos una vida sexual juntos. Claro, a veces no", aseguró ella. "Soy libre como un pajarito. Jamás me volvería a casar, es una rutina que no hay quien aguante".
Susana, que al menos hasta ahora ha cumplido su palabra, se instaló en los años noventa en Benidorm, donde todavía hoy vive "sola y feliz" con sus animales. "Mis hijos no tienen nada que ver con el espectáculo", explicó en una ocasión. "Uno es ingeniero informático y otro es funcionario público que atiende a las personas mayores". En los primeros compases del nuevo milenio realizó apariciones esporádicas en películas y programas de televisión como 'La Granja', donde coincidió con María Jesús y su acordeón, con la que entabló amistad. Como prueba de que su figura no ha sido olvidada, en 2017 se reeditó un álbum de música disco con canciones que había grabado varias décadas antes, y RTVE le dedicó un documental, 'Susana y el sexo' (2021), dirigido por César Vallejo, que celebra su arrojo.