La historia de Amaia Montero podría ser la de cualquier protagonista de sus canciones. Pero, especialmente de una en concreto. Ella fue ‘La reina del pop’, nació artista, se le notaba en la cara y tenía mucho poder. Firmó dónde le indicaron los directivos discográficos y, efectivamente, vio cómo su vida cambiaba de manera radical. Era muy fácil ganar. Pero también perder. Ahora, en pleno proceso de recuperación de su salud mental, lucha por volver a ser la que era, por volver a ser una diva con nombre y un montón de ilusión.
‘Pop’, el tema del que fue autora junto con Álvaro, Aritz, Pablo y Xabi, salió al mercado en el año 2000, y era una crítica feroz a una industria que machacaba a sus personajes. Gente de usar y tirar, con talento y con una capacidad tremenda para deslumbrarse. Juguetes rotos, corrompidos a una velocidad de vértigo. Y todo esto lo escribieron sin saber la que se les venía encima.
La oreja de Van Gogh y escalada al éxito
Eran los años 90 y tener una banda de música con tu grupo de amigos parecía el pan nuestro de cada día. Cada mes saltaban a las listas de éxitos hermanos, primos y compañeros de clase que, una tarde, aburridos, se habían puesto a componer un tema y habían visto que eso se les daba muy bien. Uno cantaba, el otro sabía tocar la guitarra, yo conozco a uno de barrio que sabe tocar el bajo y al batería le podemos encontrar con un anuncio. Y así salían los grupos de música que cambiaron, para siempre, el panorama musical. Y así fue como nació La oreja de Van Gogh, con un nombre tan poético como lo eran las letras de sus canciones.
La irrupción en 1997 de esta banda de amigos de San Sebastián hace que toda una generación que no sabía nada del estilo del pintor holandés se interese por él, o al menos, por cómo se escribe correctamente su nombre. Habían seguido el mismo camino que muchos otros antes que ellos, presentarse a un concurso de grupos, ganarlo y presentar una maqueta a una importante discográfica; que no pudo decirles que no. La voz de Amaia Montero cautivaba, y, además, no era tan común tener una banda mixta con una chica a la cabeza, y menos en España. Era lo que la industria estaba buscando en ese momento, y ellos le ofrecieron el producto perfecto.
‘Dile al sol’ se lanza al mercado un año más tarde y canciones como ‘Cuéntame al oído’ llegan a lo más alto. Todos le cantamos a una línea de autobuses de Donosti sin saber muy bien que lo hacemos, nos emocionamos con una historia de amor ubicada en plena Guerra Mundial y cantamos alto, muy alto, “eeeeeel cieeeelo ha costadooooo”. Es más, a día de hoy, 25 años más tarde, todavía somos capaces de cantar entera ‘Soñaré’. Pero no nos pidas recordar la tabla periódica.
“No estábamos preparados para esto. No puedes estar preparado para que la vida te cambie de la noche a la mañana de repente. En menos de un año pasamos a vender muchísimos discos, a viajar por todo el mundo… aún así lo llevamos bien porque habíamos recibido una educación similar y nos refugiamos los unos en los otros”, contó años más tarde Amaia Montero en una entrevista para la televisión vasca.
Amaia Montero abandona La Oreja de Van Gogh y empieza su autopresión
Tres discos más tarde y ya convertidos en todo un fenómeno mundial, La oreja de Van Gogh cambiaba su formación primigenia por expreso deseo de Amaia. Montero no quería seguir formando parte del grupo y deseaba empezar una carrera en solitario. Era 2007 y habían estado juntos toda una década en la que, como dice la cantautora, crecieron a la vez. Se dijo que su escisión de la banda vino provocada por continuas peleas y desencuentros con el resto, pero lo cierto es que esto no fue así. “Fueron muchas cosas pero ninguna en concreto. Llevábamos mucho tiempo juntos, crecimos juntos… pero hubo un punto en el que evolucionamos hacia lugares distintos. Un día, después de una reunión, di el paso. Bajamos juntos en un ascensor y me dio mucha pena, me puse a llorar. Todo era como irreal. Sabía que había llegado el momento. Salía de ese ascensor y no sabía cómo iba a ser la relación con ellos, que eran como mis hermanos a partir de entonces”, reveló a Risto Mejide en ‘Al rincón de pensar’.
Tras eso, Amaia Montero vivió un periodo de creatividad desbordante. También de presión. Estaba andando su camino en solitario y quería estar a la altura. Tarareaba sin parar. Iba a todos lados con su grabadora y se iba dejando mensajes, fragmentos de canciones a los que después daba forma con más tranquilidad. Si no disponía de la grabadora, llamaba a su hermana Idoia y le dejaba un mensaje en su contestador. Palabras, frases o melodías que después serían canciones. En tan solo un año, veía la luz su primer disco como solista. Esto le provocó un vértigo enorme, pero, también una gran satisfacción. Era 2008.
Su vida había dado el segundo gran giro. Y en tan poco tiempo. Amaia había sido aupada al podio de las divas pop y del intenso ritmo de trabajo que hay detrás. En 2012 tuvo que pisar, por primera vez, el freno de un vehículo del que parecía no conocer más que el acelerador.
Polémicas, críticas y humillaciones públicas: Amaia Montero necesita descansar
El agotamiento y las críticas hicieron mella en ella. Con el auge de las redes sociales, la artista había empezado a recibir críticas furibundas. Y eso es algo con lo que no todos los famosos sean capaces de lidiar. A algunos les hieren más que a otros. Y Amaia Montero leía cosas terribles de ella misma.
Tras su vuelta al trabajo, a los escenarios y a las giras, en 2018 volvió a toparse con un importante bache en su carrera. Ocurrió durante una actuación en Cantabria, donde aseguró que ella y su banda tuvieron problemas de sonido y no pudieron ofrecer el mejor show. La red se llenó de vídeos hirientes de los peores momentos del espectáculo. Las críticas fueron furibundas y ella las leyó todas. “Estoy leyendo cosas realmente terribles, que si estaba borracha como una cuba, me están llamando Amy Winehouse. El otro día me decían que me había trasformado el rostro. Una está harta, voy de polémica en polémica”, dijo entonces. Aseguró que este año fue terrible para ella.
Hace cinco años, la importancia que se le daba a la salud mental no era la de ahora. Entonces la población no era todo lo consciente que unos comentarios vertidos en redes sociales pueden implicar en una persona, famosa o anónima. Ahora, cada vez más concienciados de ello, sabemos reconocer un comportamiento destructivo que puede dar al traste con el bienestar del otro. “No creo en la mentira, en la falsedad, en el hablar por hablar, en lo fácil que le resulta a la gente hablar sin saber lo que dice y sin pensar en el daño que puedan hacer”, aseguraba entonces la artista, bajada de su podio de diva y reconocida como una simple humana más. “Llevo veinte años en la música, no sé cuantos conciertos he podido hacer en mi vida. Un día una tiene un problema técnico y te ponen a caer de un burro”.
Tomó la decisión de volverse apartar de la vida pública. De de descansar. “¡Hasta luego! Ahora solo necesito curarme”, dejó escrito en abril de 2020. Deseaba alejarse de las redes sociales y tomar distancia de todo. Del ruido que la envolvía desde hacía meses. Se sentía presionada en todos los sentidos. Hacían mofas de su imagen, de que subía fotos retocadas, de que se inventaba una imagen. Y se cansó. A un seguidor que la increpó porque no ofreció un directo en Instagram después de que ella misma dijera que “no se encontraba bien físicamente”, le recriminó su falta de empatía. “No... Realmente no entiendes cómo me siento... No lo sabes... Para eso tendrías que haber estado y estar en mis zapatos... Sé que no lo hizo con mala intención pero probablemente el comentario que ha puesto es el último que yo hubiera escrito... Como he dicho... Todo tiene un porqué... he sufrido muchísimo. Cuando crea conveniente haré lo que tenga que hacer... Lo último que necesito es más presión”.
2022, año de su bajada a los infiernos definitiva
Tras ese periodo de descanso, Amaia Montero retomó, muy poco a poco, su música y sus planes laborales. No se prodigaba por eventos públicos, pero su presencia en redes seguía activa. Hasta que en diciembre de 2022 publicó su mensaje más preocupante. “Si la esperanza es lo último que muere y todavía no la he perdido, ¿de qué me sirve la vida?”, acompañaba la frase con una foto de ella en blanco y negro, seria, despeinada. La preocupación por ella fue máxima. Días más tarde conocíamos que había ingresado en una clínica especializada en salud mental, en la que estuvo un mes curando su “fuerte cuadro de estrés y ansiedad”, tal y como reveló su hermana Idoia. Alegaba que, debido a la presión por sacar su nuevo trabajo al mercado, la artista había sufrido este bache.
Desde entonces, Amaia Montero se encuentra instalada en el norte, en casa. Al refugio de las mujeres de su vida, su hermana y su madre. Ellas se han convertido en sus mejores ángeles de la guarda. Tenía que cumplir con lo prescrito por los médicos, descansar, alejarse de la presión y apostar por la paz y la tranquilidad. Y, para ello, nada mejor que un entorno familiar.
¿Cómo está ahora Amaia Montero?
La reaparición de Amaia Montero en el concierto que Karol G dio en Madrid fue un rayo de esperanza. La cantante volvía a escenario. Pensaba que nunca lo iba a volver a lograr. Nerviosa pero muy feliz, Amaia se encontraba con su público de nuevo. Interpretaba 'Rosas', uno de los himnos de La Oreja de Van Gogh y el pabellón se venía abajo. Montero había logrado remontar y encontrarse. Era el principio. Desde entonces, ha hecho apariciones, ha dado declaraciones y ha vuelto a ser la que fue.
Su nombre está en boca de todos después del último comunicado de La Oreja de Van Gogh. El que fuese su grupo rompe relaciones con Leire Martínez, vocalista durante los últimos 17 años. Comienzan caminos por separado y son muchos los que ya sueñan con un regreso de Amaia. Ni el grupo ni la cantante se han pronunciado al respecto. Cierto que es coincide esta ruptura con el resurgir de la cantante. Amaia está fuerte y nada haría más felices a los que siempre han estado a su lado que volverla a escuchar junto a la banda. Soñar, de momento, es gratis.