Seguro que cuando Donald Trump hizo sus polémicas declaraciones sobre los mexicanos ya sabía que éstas traerían cola. Lo que a lo mejor no imaginaba era que esas declaraciones le reportarían la pérdida de socios y de proyectos. Uno de ellos ha sido el chef José Andrés, que se niega a llevar a cabo la construcción de un restaurante en uno de los hoteles de lujo en Washington D.C del candidato reublicano. Trump amenazó con demandarlo si no cambiaba de idea. Y así ha sido. Le pide 9 millones de euros como indemnización por romper el contrato.
Al conocerse la opinión del candidato sobre los mejicanos, de los que dijo que "traían delitos y eran violadores", José Andrés decidió rescindir el contrato, negándose a entregar la documentación que mostraba los progresos de la construcción y retirando a su empresa 'ThinkFoodGroup' del proyecto de construcción de un restaurante en un hotel de lujo propiedad del magnate metido a político.
Los abogados de Trump alegan que no se puede concluir una relación laboral por una cuestión de ofensa personal y añaden en la demanda que "la postura de Andrés es curiosa teniendo en cuenta los puntos de vista que el señor Trump ha compartido públicamente sobre la inmigración que se han mantenido constantes durante muchos años, y la voluntad del señor Trump de compartir abiertamente sus opiniones es ampliamente conocida".
Los representantes legales de Trump se amparan así en la estrategia de su representado, conocida por no guardarse nada en el tintero y dar rienda suelta a sus opiniones, por muy poco ortodoxas y políticamente incorrectas que estas sean.
Al negarse a seguir trabajando con él, José Andrés muestra así su solidaridad con una de las minorías más atacadas por el candidato republicano. No es el primer socio que pierde, Trump ha visto cómo otros muchos retiraban su apoyo públicamente. Aún así, el empresario americano lidera los sondeos en su partido y se postula como un candidato muy serio a las presidenciales de 2016.