¿Cómo se le explica a un niño de siete años que su padre ha marchado para siempre?
El rostro del pequeño Diego era el vivo ejemplo del dolor que acompañó a la familia en el entierro de Paco de Lucía, fallecido la semana pasada en México a los 66 años. Diego estaba con su padre jugando en la playa de Tulum cuando él sufrió el infarto. Ya no volvería a verle después que se lo llevaran al hospital. El pequeño sostenía las banderas de España y de Andalucía que habían cubierto el féretro durante el funeral e intentaba mantenerse entero ante su madre, Gabriela Canseco.
Paco y la mexicana, 22 años más joven que él, compartían su vida desde hace 15 años y juntos tuvieron dos hijos, Antonia, de 14 años, y Diego, de 7. En el funeral estuvieron, unidos en el dolor, con la otra familia del guitarrista: su exmujer, Casilda Varela, con la que se casó en Amsterdam en 1977 y con la que mantenía una excelente relación, y sus hijos, Casilda, Lucía y Curro.
Destrozada estaba también la sobrina del guitarrista, la cantante Malú, que lloraba desconsolaba abrazada a sus primas durante el funeral. Horas después cumpliría con sus compromisos profesionales en Zaragoza, en un concierto cargado de emociones. La artista tomaba aire antes de tener unas palabras para su tío: "El mundo de la música vive una grandísima pérdida. Las guitarras están mudas y las voces rotas. Desde nuestra humilde posición como músicos, queremos esta noche rendirle nuestro pequeño homenaje al grandísimo maestro, al grandísimo genio, Paco de Lucía", afirmaba, abriendo su corazón.
Muchos fueron los rostros que quisieron dar el último adiós a nuestro guitarrista más grande. Alejandro Sanz viajó desde Miami para velar a su íntimo amigo y padrino de su hijo Dylan. Incluso el príncipe Felipe acudió al tanatorio, para dar el pésame a la familia de Paco de Lucía.
El féretro con los restos mortales de Paco de Lucía estuvieron acompañados en su trayecto hasta el cementerio de Algeciras por miles de personas que salieron a la calle para despedir a su vecino más ilustre. ¡Descanse en paz, maestro!